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Lectura del día

Lectura Misa del Día Jueves Abril 10 2014

Génesis: 17, 3-9

Serás padre de una multitud de pueblos.

Cuando Dios se le apareció, Abram se postró con el rostro en el suelo y Dios le dijo:

«Aquí estoy. Ésta es la alianza que hago contigo: Serás padre de una multitud de pueblos. Ya no te llamarás Abram, sino Abraham, porque te he constituido como padre de muchas naciones.

Te haré fecundo sobremanera; de ti surgirán naciones y de ti nacerán reyes. Contigo y con tus descendientes, de generación en generación, establezco una alianza perpetua para ser el Dios tuyo y de tus descendientes. A ti y a tus descendientes les daré en posesión perpetua toda la tierra de Canaán, en la que ahora vives como extranjero; y yo seré el Dios de ustedes».

Después le dijo Dios a Abraham: «Cumple, pues, mi alianza, tú y tu posteridad, de generación en generación».

Del salmo 104

R/. El Señor nunca olvida sus promesas.

Recurran al Señor y a su poder, búsquenlo sin descanso. Recuerden los prodigios que Él ha hecho, sus portentos y oráculos. R/.

Descendientes de Abraham, su servidor, estirpe de Jacob, su predilecto, escuchen: el Señor es nuestro Dios y gobiernan la tierra sus decretos. R/.

Ni aunque transcurran mil generaciones, se olvidará el Señor de sus promesas, de la alianza pactada con Abraham, del juramento a Isaac, que un día le hiciera. R/.

San Juan: 8, 51-59

Su padre Abraham se regocijaba con el pensamiento de verme.

En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: «Yo les aseguro: el que es fiel a mis palabras no morirá para siempre».

Los judíos le dijeron: «Ahora ya no nos cabe duda de que estás endemoniado. Porque Abraham murió y los profetas también murieron, y tú dices: ‘El que es fiel a mis palabras no morirá para siempre’.

¿Acaso eres tú más que nuestro padre Abraham, el cual murió? Los profetas también murieron. ¿Quién pretendes ser tú?»

Contestó Jesús: «Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. El que me glorifica es mi Padre, aquel de quien ustedes dicen: ‘Es nuestro Dios’, aunque no lo conocen. Yo, en cambio, sí lo conozco; y si dijera que no lo conozco, sería tan mentiroso como ustedes. Pero yo lo conozco y soy fiel a su palabra. Abraham, el padre de ustedes, se regocijaba con el pensamiento de verme; me vio y se alegró por ello».

Los judíos le replicaron: «No tienes ni cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?» Les respondió Jesús: «Yo les aseguro que desde antes que naciera Abraham, Yo Soy».

Entonces recogieron piedras para arrojárselas, pero Jesús se ocultó y salió del templo.