Yajaira en la cola, por Luis Homes Jiménez
Yajaira en la cola descubre los nuevos oficios del venezolano, esos que se generan de la oportunidad y de la crisis. El cuidador de puestos. El que llega temprano y aguarda por el verdadero comprador. 300 bolívares, o 500, dependiendo de cómo esta de larga la cola. Y el oficio es estar parado allí, oyendo a la gente y hablando con la gente. Llega el verdadero comprador y se desplaza hacia atrás, ubicando un puesto mas lejano. Así puede hacer 1500 o 2000 Bs, dependiendo del día. Yajaira en la cola también descubre el bachaquero y las bachaqueras. Esos que compran y llevan alimentos y productos, en una red más eficiente que el gobierno y los ciudadanos. Compran en el local y venden en la calle. Y en el negocio más lucrativo: El contrabando de extracción, que se concreta a solo hora y media de Maracaibo.
Yajaira en la cola se da cuenta que los bachaqueros tienen supervisores. Tienen jerarquía, organización, estructura. Y hasta padrinos grandes!. Uniformados y poderosos. También aprecia Yajaira que en la cola hay rostros cansados, fastidiados. Son horas de espera bajo un sol inclemente. Esas personas no pertenece a la organización del bachaqueo. Es gente que ha dejado su trabajo por unas horas, que ha pedido algún permiso y viene en busca del aceite, el arroz o el papel sanitario. Hay tristeza y desolación. Pasa el tiempo y ese sentimiento se convierte en impotencia, indignación “O mejor dicho, Luisito, eso lo que hay es arrechera. No se puede llamar de otra manera”
Yajaira en la cola se pregunta si nos acostumbramos a ser maltratados o tenemos miedo a protestar. O ambas cosas. Ella recuerda sus tiempos de rebeldía estudiantil, ya lejanos por cierto. La mayor amenaza para los rebeldes de los 80, eran unos perdigones, y en casos extremos. Ahora hay como una licencia para el uso de las armas de fuego en las manifestaciones. Yajaira en la cola se pregunta si esa Resolución del Ministerio de la Defensa en el fondo, es un decreto de guerra muerte. Porque quien a estas alturas de la indignación colectiva, no tiene ganas de protestar?
Yajaira en la cola se da cuenta que ahora nos tratan como animales. A las personas les marcan un número en el brazo, para darles derecho al acceso al establecimiento. Que el fondo, es un derecho a mendigar, porque la mayoría de las veces, no se consigue el tan deseado producto.
Yajaira en la cola descubrió que ahora no solo se castiga la protesta, si no también la solidaridad. Hace pocas semanas detuvieron a jóvenes de Primero Justicia por repartir agua en esas inmensas y madres colas. Y por comentar algo tan inofensivo y real como que se puede vivir mejor. Yajaira en la cola descubre que estamos a punto de estallar. Que la cola es una olla de presión. Un hervidero de indignación. Se calma diciéndome “Todos los pueblos que decidieron cambiar su destino, también hicieron su cola, Luisito”