Las reiteradas fallas del Gobierno en la asignación de divisas no solo afectan al sector privado, las empresas públicas también se han visto perjudicadas por la situación. Así lo refleja el informe de memoria y cuenta de varios ministros. En la memoria y cuenta del Ministerio de Industrias refiere casos como el de CVG Alucasa, empresa transformadora de aluminio, que señala que el año pasado enfrentó obstáculos para cumplir con sus metas. Su producción cayó 8%, entre otras razones por la “obsolescencia tecnológica de los equipos y la insuficiencia de insumos por la carencia de divisas”. “La limitante que más ha afectado el cumplimiento de las metas para el período 2014 ha sido la demora de adquisición de divisas para la cancelación de los compromisos pendientes con la República de Belarús, y por ende el suministro oportuno para ensamblaje, así como las partes y piezas para la venta a los agroproductores”, señala la empresa mixta Veneminsk Tractores. La Corporación Socialista del Cemento, Invecem, el Complejo Siderúrgico Nacional, Orinoquia, VIT, Laboratorios Miranda, Venbelcom y Consalud, también argumentaron que la “demora en la asignación de divisas” fue un impedimento para el cumplimiento de sus metas. Asimismo, compañías de alimentos como la Empresa Nacional del Café apuntaron que “los niveles de producción fueron afectados por (…) la espera de aprobación de los puntos de cuenta para adquirir divisas, limitando la compra oportuna de repuestos importados para la realización de los mantenimientos preventivos”. Cantv, por su parte, señaló que uno de los obstáculos de su gestión fueron las “limitaciones en la asignación de divisas a los proveedores”. Diferente al caso de la empresa Telecom Venezuela que anota como uno de sus logros que “fueron liquidadas divisas por un total de $14,4 millones con la finalidad de honrar compromisos con proveedores Internacionales, logrando generar confianza y mantener las líneas de crédito abiertas“. Corpoelec también registró “retrasos en la ejecución de los proyectos debido a la demora en la liquidación de divisas extranjeras por parte de los entes gubernamentales competentes“. Fuente: El Mundo
El arzobispo salvadoreño Oscar Arnulfo Romero,asesinado hace 35 años por un comando de extrema derecha, sabía que su vida corría peligro por defender a los pobres y perseguidos en su país, según revelan cartas inéditas dadas a conocer ahora.
El papa Francisco aprobó el 3 de febrero pasado el decreto para su beatificación, en el que se reconoce el “martirio” del arzobispo “in odium fidei”, es decir, que fue asesinado por “odio a la fe”.
El libro “Si me matan, resucitaré en el pueblo. Inéditos 1977-1980″, publicado por Editrice Missionaria, recoge por primera vez esos escritos.
En el prefacio, monseñor Vincenzo Paglia, postulador de su causa de beatificación, destaca que sus cartas definen “el verdadero rostro del obispo-mártir, en que emerge con fuerza la conciencia de ser el blanco de los violentos por su fidelidad al Evangelio”.
“No hay que desanimarse por la persecución que nos prende en su mira, más bien verla como una señal de que estamos realmente tratando de construir el reino de Dios”, escribió Romero en 1978.
En una carta a un coronel rechazó las acusaciones de ser un representante de la ideología marxista.
“Otra manera de acusar a la Iglesia de infidelidad es tratar de hacer pasar por marxista la acción de la Iglesia cuando ésta recuerda los más elementales derechos humanos y pone todo su poder institucional y profético al servicio de los pobres y los débiles”.
“La Iglesia está siempre interesada sólo en defender los derechos fundamentales de la persona en el ejercicio de los bienes materiales. La mueve el interés ético de la fe. A la Iglesia no le interesa ninguna ideología”, añade. “Ni siquiera el actual sistema capitalista y materialismo práctico”.
“Cuando la Iglesia trata de ser levadura, sal y luz en medio de tanta oscuridad y tanta podredumbre, es atacado en la vida de sus sacerdotes”.
La Comisión de la Verdad para investigar los crímenes durante el conflicto armado en El Salvador señaló al mayor de inteligencia Roberto D’Aubuisson, fundador del partido de derecha Alianza Republicana Nacionalista, como el autor intelectual del crimen.
Poco antes de morir asesinado, el arzobispo había proclamado: “Si me matan, resucitaré en el pueblo salvadoreño”, la frase que da título al libro.
Romero nació el 15 de agosto de 1917 en Ciudad Barrios, a unos 160 kilómetros al este de la capital, en el departamento de San Miguel. Fue el segundo de ocho hermanos de una familia formada por Santos Romero, un telegrafista y empleado de correos, y Guadalupe Galdámez.
La declaración del martirio es decisiva para su beatificación, ya que no es necesario reconocer un milagro, y después continuará la fase para la posible canonización.
En marzo de 1994 se abrió el proceso de beatificación y tras concluirse su fase diocesana, en 1997 pasó a la Congregación de la Doctrina de la Fe para que diese su autorización.
El proceso vivió una fase de estancamiento y sólo en 2005 la Congregación para la Causa de los Santos dio el visto bueno para que continuara, mientras que con la llegada del papa Francisco en marzo de 2013, se produjo una aceleración de su proceso de beatificación.
Romero será beatificado el próximo 23 de mayo en una ceremonia en San Salvador, quien fue asesinado el 24 de marzo de 1980 cuando oficiaba misa en la capilla de un hospital para enfermos de cáncer, en los días previos al estallido del conflicto armado salvadoreño (1980-1992).
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