CUANDO EL HAMBRE APRIETA. Verdades dolorosas. Ernesto García Mac Gregor
La obsesión de Chávez, Maduro y su pandilla era y sigue siendo, transformar a
Venezuela en una Cuba y lo están logrando al arruinar al país y destruir toda su
infraestructura. En un acto de traición a la patria, Maduro firmó recientemente el “plan
2016 de cooperación con Cuba” por mil 428 millones de dólares, mientras nuestro pueblo
se muere de hambre. Se trata del modelo fidelista que se viene aplicando y que busca
forzar la salida de muchos, callar a la fuerza a otros y humillar al resto.
Sin embargo, Venezuela cuenta con una clase media y trabajadora progresista
muy arraigada y con una larga tradición democrática, la cual, a pesar del lavado de
cerebro comunista incesante, el reparto populista, el uso del hambre como instrumento
político, y la corrupción contagiosa, ha decidido que no quiere convertirse en la “isla de
la felicidad”.
El ensayo que el venezolano ha tenido que sufrir forzosamente y en carne propia
con las colas, cortes de agua y electricidad, escasez de comida, medicinas y todo lo
que represente objetos de primera necesidad, además de la inseguridad, pobreza e
inflación galopante, le ha hecho ver que Cuba no es la salida. Por eso una mayoría
apabullante votó por el cambio radical el 6D, por eso la semana pasada, la recolección
de firmas para el revocatorio rebasó los cálculos más optimistas.
Sin embargo, el obtuso gobierno insiste en no reconocer la debacle
incuestionable, y por el contrario, tranca el juego democrático a través de un CNE y un
TSJ vocero del chavismo, que bloquean de antemano todas las nuevas leyes de la
Asamblea que eligió el pueblo. Este bochornoso tribunal lleva el récord increíble de 11
sentencias emitidas contra la AN en apenas tres meses.
Todos saben que no existe la tal guerra económica y que la situación del
gobierno es catastrófica y las encuestas lo confirman. No obstante, Maduro tiene el
sarcasmo de anunciar los cortes de electricidad y la la reducción de la semana laboral
como un gran logro del gobierno para evitará que el Guri se convierta en un desierto,
cuando es evidente que la represa no la secó El Niño sino la ineptitud roja rojita.
Paralelamente, la miseria, hambre y desesperación de la gente avanzan y exigen
cambios de fondo y de inmediato. Que oiga quien tiene oídos…