Opinion

Esta vez el petróleo no vendrá a rescatarnos

Durante buena parte de nuestra historia reciente Venezuela ha vivido claros ciclos de alzas y bajas de la economía al ritmo de los precios del petróleo. Los años de bonanza, o de vacas gordas, han contribuido a crear una falsa ilusión de riqueza y de expansión económica, gracias al aumento del gasto y el consumo a todos los niveles.Si uno se fija en el comportamiento de los precios del petróleo puede concluir cómo en Venezuela esa dependencia se ha profundizado en estos últimos 20 años. Al extremo de que las predecibles bajas del barril, junto con políticas populistas totalmente equivocadas para administrar la riqueza cuando la hubo, crearon un cóctel más peligroso que una guarapita de anís, para hundir la economía.

“Dios proveerá” es la frase preferida de los gobernantes y de muchos de sus seguidores que todavía apuestan a un golpe de suerte, que pueda disparar otra vez los precios del petróleo y con ellos los chorros de petrodólares que nos saquen de abajo.

Pero ¡qué va! Mientras todavía algunos viven la resaca de ese final de la última fiesta,hay claras evidencias de que por mucho que se le rece al cielo y la Opep, los precios del petróleo en el mediano y menos en el corto plazo, no regresarán ni de cerca a esos niveles por encima de 100 dólares que necesita la dependiente Venezuela para medio cuadrar sus cuentas.

Y aunque llegaran a esos niveles, las cuentas por pagar con proveedores internacionales y bancos son tan altas y las inversiones están tan paralizadas y la deuda social es tan enorme con hospitales, escuelas, universidades y empresas del Estado, que ni el barril a 200 lograría ponernos otra vez en la carretera en el corto tiempo.

Mientras tanto, la economía sigue en retroceso y se encamina a vivir otro año más de depresión. Para 2017 acumulará una pérdida de un tercio de su tamaño comparado con lo que era en 2014, según economistas y centros de estudios.

Por su parte, el Fondo Monetario Internacional proyecta que los precios de bienes y servicios subirán en promedio 720% este año y un aterrador 2.200% para cuando termine 2017. Es decir, en diciembre de 2017 un kilo de cebolla para sus hallacas costará al menos unos 20.000 bolívares, 20 veces más que los 1.000 bolívares en que se puede encontrar por estos tiempos de 2016.

– No te vistas que no vas –

La Agencia de Información de Energía de Estados Unidos, una dependencia del gobierno de ese país que es el principal consumidor, importador y productor de petróleo y derivados del mundo, prevé que habrá suficientes inventarios en los próximos meses como para creer que el precio promedio del barril Brent será de $46 por barril en este tercer trimestre que va corriendo, antes de subir a apenas $47 en el último cuarto del año.

Por cierto, cualquier cálculo que se quiera hacer sobre el petróleo venezolano debe considerar que nuestra cesta de crudos y productos vale 10 dólares menos que ese promedio del Brent. Es decir, en ese escenario estaríamos hablando de un precio de $36 por barril para finales de este año, en medio de mercados tan volátiles como la propia gasolina.

A Pdvsa le cuesta $27 producir cada barril, considerando gastos operativos y financieros.

También predice la agencia estadounidense que en la primera mitad de 2017 caerán un poco los inventarios para ayudar a llevar el precio a $52 y el barril podría alcanzar $58 en el último trimestre del año entrante. En Estados Unidos por cierto la industria petrolera descansa en manos privadas, manejada por grandes empresas como ExxonMobil, Texaco, Chevron, ConocoPhillps. El gobierno se limita a regular, cobrar impuestos y a acumular sus propios inventarios estratégicos, enterrados en cavernas, en caso de que hagan falta por algún tipo de desastre o conflicto.

De modo que las estimaciones de precios suelen ser creíbles y están lejos de ser inventadas sólo con el propósito de destruir supuestas revoluciones en pequeños países petroleros caribeños.

El Banco Mundial, una organización que pertenece a los países socios, incluyendo Venezuela, todavía calcula un precio de $37 en promedio para 2016, un 19% más bajo que el de 2015.

Mientras la OPEP, ese club de 13 productores, incluida Venezuela, que responde por un tercio del petróleo que se bombea en el mundo, no espera grandes avances en los precios pues todavía hay grandes excesos de oferta en el mercado y no se atreve a predecir un precio de referencia.

Este año, los ingresos del grupo caerán 15%, comparado con 2015, cuando a su vez perdieron la mitad, comparado con 2014, y bajaron a su peor nivel en 10 años.

En los últimos meses, una serie de eventos, desde incendios forestales en Canadá, hasta ataques en Nigeria, ayudaron a sacar del mercado mundial unos tres millones de barriles diarios, lo que ayudó a nivelar la oferta con la demanda y a mejorar los precios respecto a los niveles de depresión en que se encontraban a comienzos de años, señala la publicación especializada oilprices.com.

Algunos analistas creen que este balance puede ir más allá y ayudar a elevar otra vez el barril a finales de año a algo en torno a $85 por barril.

En este ajedrez internacional Venezuela también juega un papel. Analistas observan que el deterioro de la economía local, su estrechez financiera y el caos político y social que se extiende a lo largo del país y puede afectar seriamente a la industria petrolera.

Las propias cifras de la OPEP señalan que en mayo la producción de Venezuela se derrumbó en 120.000 barriles diarios, la mayor caída mensual en una década. Con las limitaciones financieras, Pdvsa no tiene flujo de caja para pagar a proveedores y contratistas internacionales, inclusive empresas que operan en pozos y taladros y hasta la Agencia Internacional de Energía –un club formado por países industrializados, los principales consumidores del mundo- teme que la situación venezolana se deteriore más y afecte los suministros.

Esto podría ayudar a apuntalar un poco los precios por el lado de la oferta. Pero justamente el problema de Venezuela es que hoy produce menos y vende más barato.

– ¿Y entonces? –

Si no es el petróleo con su golpe de suerte y sus petrodólares caídos del cielo, lo que nos puede salvar, ¿ahora quien podrá rescatarnos?

La verdad, el único diálogo que le interesa a la gente sería uno para que todos nos pongamos de acuerdo en sacar a la economía del foso, generar más producción, más empleo y más cantidad de bienes y productos de esos que las familias necesitan.

Solamente un acuerdo de gran alcance nacional, como al que llegan los países cuando terminan conflictos armados y firman la paz, puede devolver las condiciones para que haya producción, inversión, emprendimiento y sobre todo confianza en el futuro.

Venezuela tiene una particularidad, cuando su economía es bien tratada con las medidas adecuadas, le roncan los motores, pues tiene una gran capacidad de coger vuelo en relativamente poco tiempo.

A diferencia de nuestros vecinos caribeños que hoy están mucho mejor que nosotros, Venezuela tiene enormes recursos naturales, más tierras ociosas, una infraestructura que aunque maltrecha puede ser recuperada, enormes capitales humanos y una gran disposición de amigos en el resto del mundo a ayudar.

De hecho, sin una inversión masiva de fondos provenientes del exterior –inclusive de los que sacaron los propios venezolanos durante estos años- será imposible comenzar de nuevo.

Es que esto está como un carro accidentado en medio de las sabanas de Guárico: sin bombas de gasolina cerca, sin talleres ni ventas de repuestos, hay que buscar muchos para que vengan a auxiliarnos. Claro, todos los que viajamos dentro de este autobús averiado y mal dirigido tenemos que bajarnos a empujar.