PERDIMOS EL ÚLTIMO TREN.. Verdades dolorosas, Ernesto García Mac Gregor
Cuando se visitan países vecinos se nota las ansias de superación, las ganas de
trabajar, la cordialidad, el progreso, la limpieza y el optimismo, tanto de la gente común,
como la de los voceros del gobierno. En la floreciente Panamá, un taxista local hablaba
maravillas de unos venezolanos dueños de una flotilla gigantesca de taxis que habían
traído prosperidad al gremio. Aquí serían unos explotadores imperialistas.
La socialista Quito es una tacita de oro, donde son bienvenidos los
millonarios, y el dólar americano es la moneda oficial. Brasil, a pesar de su Foro de Sao
Pablo que quiere implantar el comunismo, logró pasar una parte de la pobreza a la
clase media. Aquí esa clase casi ha desaparecido.
Las naciones productoras de petróleo con su ostentación de edificios más altos
del mundo y sus maravillosas ciudades han convertido a los beduinos del desierto en
ciudadanos prósperos y progresistas. Los llamados “tigres asiáticos”, Corea de Sur,
Hong Kong, Singapur y Taiwán, en 1945 eran países mucho más pobres y atrasados
que Venezuela, y sin embargo, entre 1960 y 1990, se convirtieron en naciones
industrializadas.
Después aparecieron los “tigres menores” liderados por la otrora paupérrima
Malasia la cual logró transformar su economía en 30 años. No exportó sus riquezas
naturales (petróleo, gas y madera) sino que las cambió por productos terminados como
la fabricación de chips y por los sorprendentes edificios de Kuala Lumpur. Después le
siguieron Indonesia, Tailandia y hasta la China con su capitalismo de Estado.
El secreto del éxito fue la mano de obra barata, derechos laborales no
entorpecedores y libertad a los inversionista, todo lo contrario al chavismo. El resultado
fue la reducción considerable del nivel de pobreza y una mejor distribución de la
riqueza.
Chávez quiso imponer el comunismo arruinando al país para que todos
dependieran del Estado mediante Claps y las misiones. Pero bajaron los petrodólares
y quedamos nivelados por lo bajo. Los millardos de dólares derrochados en estos 18
años no volverán, nos llevaron a la quiebra, al conuco y al trueque. Quedamos con
reservas enormes de petróleo cuya producción ya no es rentable. Perdimos el último
tren del progreso. Eso es socialismo. Que oiga quien tiene oídos…