“La crisis hace que la gente se muera de hambre”
Vive a 11 mil 509 kilómetros de Venezuela, en África. La distancia no lo hace inmune a padecer la crisis que hay en el país ni lo mantiene alejado del acontecer venezolano.
«Tendría que ser una isla para no padecer la crisis. Si no lo padezco en primera persona, lo padezco a través de mis hermanos, sobrinos y amigos que viven aquí», aseguró monseñor Édgar Peña, nuncio apostólico en Mozambique, mientras esperaba en la sacristía de la iglesia Santa Bárbara el inicio del acto solemne en honor a San Sebastián, en el que fungió como orador de orden.
El obispo marabino conoce de cerca la diplomacia del Vaticano, es parte de ella desde 2011, cuando se convirtió en el primer venezolano en ocupar una embajada de la Santa Sede. Por ello, valora y destaca que el papa Francisco brinde «una mano amiga» al país. Las razones las argumentó: «La Iglesia quiere ver una Venezuela próspera, nueva y en paz».
Todos los años viene de visita a Maracaibo, donde nació en 1960. Esta vez se encontró con una imagen dolorosa: «Vi gente revisando la basura, buscando restos de comida. Eso da mucha tristeza en una Venezuela que sigue siendo uno de los países más ricos del mundo». Se regresa a África el 28 de enero con la esperanza de que Venezuela va a cambiar.
Para monseñor Peña, el diálogo es el camino para salir de la «profunda» crisis que llevó -a su juicio- a los venezolanos a tocar fondo.
Da fe de que la carta que envió en noviembre el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano, fue aprobada por el santo padre. En la misiva, recuerda el nuncio, se pidió al Gobierno acabar con la crisis económica, promover una agenda electoral seria, abrir un corredor humanitario y liberar a los presos políticos. «En democracia no pueden haber presos políticos ni se pueden negociar los derechos humanos».
– ¿El diálogo es necesario para salir de la crisis?
– Mi experiencia como diplomático, tengo 26 años dando vueltas por el mundo, es que aún en los países donde han habido guerras se tienen que sentar las partes a dialogar, para acordar, para entenderse, para construir leyes y construir el país. El diálogo es siempre fundamental e indispensable. El diálogo en Venezuela tiene que ir acompañado de acciones concretas para que el pueblo crea en el diálogo, donde se den señales de voluntad política para hacer que Venezuela salga de esta profunda crisis en la que está.
– ¿Cree que hay esa voluntad política de las partes?
– Dice la escritura que por los frutos lo conoceréis. Sin duda alguna ha habido una voluntad de diálogo, pero me pregunto si se han dado todas las condiciones. Posiblemente no se han dado todas. Lo que he notado es que la gente no cree en el diálogo porque posiblemente no se han dado las señales de vida para que se crea en ello. Es necesario que se den señales positivas.
– ¿Qué señales hacen falta?
– Repito alguno de los puntos que la Santa Sede, que el papa Francisco, evoca en el secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Pietro Parolin, en la última carta de noviembre que se hizo pública. Uno, resolver el problema económico que tiene el país, se vive una crisis profunda de todo tipo. Segundo lugar, una agenda electoral clara, seria, que se cumpla. Tres, los presos políticos, en democracia no pueden haber presos políticos, en democracia no se pueden negociar los derechos humanos; y por último crear un corredor humanitario de cualquier tipo, con el que se pueda socorrer a la población necesitada de comida, de medicinas, de todo, porque en el país la crisis económica profunda hace que la gente se muera de hambre.
– ¿La carta que envió el cardenal Pietro Parolin al Gobierno fue con la aprobación del papa Francisco?
– Quien conozca la diplomacia vaticana mínimamente, sabe que el cardenal Pietro Parolin es la mano derecha e izquierda del santo padre en lo que se refiere a las relaciones con los estados. Yo creo, no tengo la certeza, pero creo que lo que el cardenal Pietro Parolin envió a Venezuela sin ninguna duda era del conocimiento del santo padre.
– ¿La Iglesia no debe desmayar en su intento por lograr el diálogo?
– Nunca ha desmayado y no lo puede hacer. Nos pudiésemos matar los venezolanos en una guerra civil, Dios nos libre, pero al final tenemos que sentarnos a dialogar y acordar.
– ¿Qué es lo más duro que ha visto en el país en su visita este año?
– Cuando llegue a Maracaibo, viniendo del aeropuerto al centro de Maracaibo, donde vivo, vi gente revisando la basura buscando restos de comida. Eso no puede ser en una Venezuela rica, una Venezuela donde se dice que personas tienen miles de millones de dólares guardados en los bancos, donde se dice que jóvenes de 20 años tienen cuentas con más de 100 millones de dólares. Eso no puede ser. Me duele muchísimo ver los jóvenes que se van del país, que se nos escapa la juventud formada que puede reconstruir el país. Me da dolor ver a la gente sin esperanza. He visto muchas veces a la gente sencilla del pueblo desesperada, a madres que no saben lo que va a pasar con sus hijos. Eso da mucha tristeza en una Venezuela que sigue siendo uno de los países más ricos del mundo.
– ¿Con qué sentimientos o preocupaciones se va del país?
– Me voy con un sentimiento de esperanza, de que Venezuela va a cambiar, de confianza en que las autoridades hagan lo necesario para que salgamos de la crisis, aunque todo no depende de las autoridades, sino de nosotros. Yo estoy seguro que después de haber tocado fondo, estar sin medicinas, sin que el sueldo te alcance para comprar algo, una clase media disminuida, la clase pobre más empobrecida; el cristiano, y llamo a todos los cristianos y venezolanos, nos debemos unir por el bien, para solucionar pacíficamente las diferencias que existan.
– ¿Cree que Venezuela no puede estar peor?
– Nos hemos librado de una guerra civil que es horrible. Siempre se puede estar peor, pero se ha tocado fondo y el pueblo venezolano se merece un país mejor.
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