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Desvalijan el Museo del Transporte de Caracas

Numerosos robos de piezas únicas e irreemplazables y frecuentes daños vandálicos vacían con sistemática saña uno de los museos más apreciados e invaluables del país.

Aunque en rigor el Museo del Transporte de Caracas, MTC, no haya sido asaltado por una turba que “se apodera de todo o la mayor parte de aquello que hay o se guarda en algún sitio” (tercera acepción del verbo saquear, según el DLE), el incesante robo de piezas únicas, insustituibles y de inapreciable valor histórico, sumado a la destrucción sistemática de los bienes e infraestructura de la institución, han devenido en un metódico saqueo que opera sin que hasta ahora ninguna autoridad le ponga coto; ni las policiales, ni las que por ley deben garantizar el resguardo y preservación de ese bien patrimonial venezolano. Al continuado acto delictivo le falta lo tumultuoso y sorpresivo, pero le sobra el escándalo del atroz desvalijamiento de uno de los museos más queridos y valiosos del país.

Daños y sustracción de partes metálicas a dos unidades Ford modelo T del año 1914, ubicados desde hace 47 años en el Salón del Automóvil; sustracción de faroles de bronce al Cadillac 1906, modelo Tulip, el vehículo automotor más antiguo del país; faroles de bronce y cristal de coches de la colección de carruajes, preservados desde hace 47 años en el Salón Cochera; totalidad del sistema de dirección hidráulica y otras piezas de un Cadillac modelo sedán de Ville año 1985 blindado, propiedad de la presidencia de la República de Venezuela; grupo de pitones y otros 30 objetos relacionados con la historia del Cuerpo de Bomberos de Caracas que datan de hace 80 años… puntos y comas que van avivando el asombro, y que suspendemos por ahora para atender el abatimiento de Alfredo Schael, director de la Fundación Museo del Transporte de Caracas Guillermo José Schael, así como su clamor porque cese la barbarie:

“Hemos hecho lo que está a nuestro alcance: varias denuncias ante la comisaría del CICPC delegación Chacao, Policía Municipal del municipio Sucre, Policía del estado Miranda. En una oportunidad fueron aprehendidos dos sujetos sospechosos. No se ha realizado ninguna investigación consistente más allá de la reseña de la denuncia ante diversos organismos de prevención e investigación a los cuales recurrimos sistemáticamente, adicional a solicitar audiencia al ciudadano director general del CICPC para informarlo de la situación e implorarle la investigación a partir de nuestras denuncias puntuales ante reiterados actos de vandalismo y sustracción de bienes históricos o utilitarios, además de la descarada violación de la Ley de enseres protegidos por la Ley de Patrimonio Cultural de la República, la cual establece las consiguientes responsabilidades”.

El director del MTC destaca, como aferrándose también a la memoria de la colectividad a la cual sirve el museo, que “la mayoría son objetos de valor histórico, algunos centenarios, inventariados y catalogados oficialmente según el registro de bienes patrimoniales sujetos a la ley correspondiente de la República Bolivariana de Venezuela, y otros facilitadores de las actividades de una institución de servicio público e interés nacional e internacional, parte del Sistema Nacional de Museos, hurtados por sujetos que penetran a las instalaciones fuera de las horas de labor; además de causar daños físicos a las instalaciones y gastos que la Fundación Museo del Transporte no está en capacidad de absorber, puesto que la mayor parte se trata de bienes no reemplazables o insustituibles”.

 

La lista de la vergüenza

 

Retomamos la vergonzosa lista que el Ford modelo T de 1914 iniciara líneas atrás y que explica la desalentadora aflicción del director del museo. Si usted es doliente del país le invitamos a sentarse para no caerse con el parcial inventario -sí, aun incompleto- de los bienes saqueados o destruidos de esa institución que en el sector Santa Cecilia, municipio Sucre del estado Miranda, ha envuelto de nostalgia, orgullo e identidad nacional a varias generaciones:

1. Un radio receptor marca Howard del año 1936, recién reconstruido.
2. Un equipo se sonido nuevo marca Sony con cornetas y demás accesorios.
3.Un equipo de computación completo -incluidos monitor, impresora, cornetas, conectores y piezas complementarias. “Este solo hecho deja a la FMT sin medio esencial para comunicaciones, operaciones bancarias, información al público, etc.”.
4. Trescientos (o más) metros de cable eléctrico doble faz. Reposiciones que han sido sucesivamente sustraídas.
5. Seis ventiladores de pie y de techo.
6. Una caja de aceite de motor dos tiempos.
7. Seis sillas estilo Luis XIV de madera, debidamente tapizadas y en perfecto estado.
8. Un equipo Dremel.
9. Sesenta (60) metros de pasamanos de bronce que forman parte de las escaleras que dan acceso al Museo del Transporte desde el Parque Generalísimo Miranda.
10. Siete modelos a escala de aeronaves.
11. Cuarenta herramientas de trabajo de diversos tipos destinadas a labores de herrería y mantenimiento: soldador, destornilladores, pinzas, alicates, etc., con lo cual “se imposibilita efectuar labores indispensables para el buen funcionamiento y la manutención del museo, irreemplazables por su calidad y costo actual en el mercado”.
12. Varias piezas metálicas de bronce, hierro y colados, utilizadas para la identificación de objetos, áreas, homenajes, etc.
13. Juego de llaves de las instalaciones del museo, cerraduras, vehículos, candados.
14. Recipientes metálicos de colección.
15. Accesorios metálicos del sistema de aire acondicionado.
16. Piezas de techo y cielo raso del espacio central del área de exposiciones.
17. Cuarenta modelos a escala (miniaturas) de vehículos de diferentes tipos, metálicos y plásticos, algunos de larga data de fabricación.
18. Una podadora de grama de marca alemana.
19. Una sopladora para uso en tareas de aseo de áreas extensas áreas del museo.
20. Una pantalla para proyección de películas.
21. Una docena de bombillos grandes.
22. Rotura de vidrios, rejas de las ventanas de los salones Biblioteca, Cochera, del Automóvil; puertas de madera, cristales del acceso a la biblioteca.
23. Documentos.
24. Tres manómetros antiguos utilizados para medir la presión de los motores de buques.
25. Daños a la infraestructura por apertura de huecos por donde sistemáticamente penetran.
26. Instrumentos de trabajo, papelería y destrozos generales.
27. Exposición de las instalaciones a daños mayores tales como generar incendios, etc., por el empleo de velas para iluminar la penetración a los espacios.
28. Deshumificadores de ambiente empleados para preservar la exhibición.

El 21 de septiembre de 2016 el sitio web del diario El Nacional, en su canal de Sucesos, recoge la declaración de Jorge Bello, bibliotecario de 85 años de edad, con más de cuatro décadas dedicadas al recinto: “… contó cómo las incursiones han devenido en una escalada, en la que ya se registran hechos de vandalismo, al punto de que las tilda de ‘saqueo’.

“Al principio se metían, rompían candados, pero no se llevaban nada. La semana pasada ingresaron tres veces seguidas. En la biblioteca rompieron los vidrios de la puerta y ventanas, entraron y se llevaron todos los cables del aire acondicionado, rompieron unos libros y dejaron esto hecho un desorden, aquí no hay cosas de gran valor material, pero sí de un inmenso valor histórico y patrimonial”.

Alfredo Schael, como director, suma hoy a la dolorosa cuenta el daño intangible pero quizá más desmoralizador: “Debe agregarse, dice, la incidencia de estos hechos en las condiciones de inseguridad, estrés psicológico, estado anímico del personal, inestabilidad, limitaciones económicas, además de frustración por la acumulación de actos delictivos impunes los cuales, por demás, pareciera que a nadie le importan ni conmueven a pesar de la naturaleza de los bienes e institución afectada”.

 

Museo del Transporte de Caracas, maravilla amenazada

 

El Museo del Transporte de Caracas se inauguró el 12 de octubre de 1970 gracias a la iniciativa privada, y al sostenido esfuerzo de su fundador, primer presidente y director, el periodista Guillermo José Schael, de allí que la Fundación Museo del Transporte lo honre con su nombre.

Eugenio Mendoza, Antonio Agostini, Ernesto Armitano, Alfredo Paúl Delfino, Adolfo Ramírez Torres y Alfredo LaFuente Nieto han sido presidentes de la fundación.

Según información del gobierno de Miranda, las instalaciones del museo se extienden en casi dos hectáreas, cedidas en comodato por la nación. En ella la institución alberga, resguarda y exhibe seis colecciones que cuentan, bajo el frescor caraqueño, la historia del transporte en Venezuela, incluido su pasado ferroviario.

“La colección más valiosa, suscribe la página oficial del Ejecutivo de Miranda, es la ‘Cochera del Museo’. En ella se encuentran las mejores piezas, que incluye sillas de manos, coches, carruajes, vehículos de tracción de sangre, todas ellas antiguas. Aquí se encuentra el famoso ‘Coche de Isidoro’. Esta colección es una de las mejores de Latinoamérica”.

Y prosigue contabilizando la maravilla: “En el hangar del museo se exhibe un avión que arribó al país a finales de los años 40, un Douglas DC3, utilizado como avión presidencial y luego empleado en la búsqueda y salvamento; el primer avión de correos, un Short Skyvan YV; un biplaza monomotor de entrenamiento Fairchild PT 19 DE 1937; un bimotor a hélice Beechcraft C45 de 1949; un biplaza de adiestramiento Aeronca de 1954, así el primer avión de adiestramiento moderno de la FAV, un N.A. AT6. De igual modo, el museo exhibe el primer simulador de vuelos que fue utilizado por los pilotos de la extinta VIASA, así como una placa conmemorativa del vuelo hecho por Frank Boland el 29 de septiembre de 1912, el cual fue el primer vuelo realizado sobre la ciudad de Caracas”.

Otra muestra del MTC se pasea por los vetustos vagones y coloridas locomotoras que en antaño serpentearon por casi toda la geografía nacional con el sistema ferroviario Caracas – La Guaira, Carenero, el Ferrocarril del Táchira, el Servicio Portuario y el Central Venezuela, convocando la nostalgia y la certeza de un pasado alentador.

Eso es el Museo del Transporte de Caracas, una joya que, en plena urbe, está siendo saqueada con sigilo e impunidad. Con rigor metódico, con saña sistemática. Y con un bárbaro desdén oficial por lo que fuimos y lo que somos. Un saqueo al que le falta la espectacularidad del asalto multitudinario para asomarse a los grandes titulares de los periódicos, agencias de prensa y estadísticas digitales. Pero saqueo al fin de la memoria y de la cultura nacionales. Y de la ciudadanía que reside en estas.

 

Puede leer el trabajo en su fuente original

En la publicación del Institutional Assets and Monuments of Venezuela