Tanorexia, una peligrosa adicción al bronceado
Una persona adicta al bronceado, aunque su piel ya haya tomado color tendrá la necesidad «imperiosa» de seguir exponiéndose al sol y mantener el tono durante todo el año, mediante cabinas de rayos uva o cremas de pigmentación.
Esta conducta está considerada por los expertos como una patología denominada tanorexia, que es bastante frecuente y la sufren principalmente mujeres de entre 17 y 35 años, según datos de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV).
Pese a que esta palabra no figura en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua (RAE), la Fundación del Español Urgente (Fundéu BBVA) lo reconoció en 2009 como un neologismo formado a partir del falso sufijo «-orexia», que significa preocupación exagerada por la apariencia física.
En ocasiones, la tanorexia también puede ir acompañada de otro tipo de otro tipo de trastornos como la ansiedad o la depresión.
La tanorexia es frecuente en mujeres de edad joven y en aquellas que tienen una preocupación por su físico, señalan los expertos.
Por su parte, el catedrático de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid Antonio Cano matiza que una persona que sufre tanorexia es probable que tenga ansiedad, aunque considera que en este tipo de situaciones el sujeto está dominado por la obsesión de estar moreno y lo convierte en el eje de su actividad.
Manchas en la piel, pérdida de elasticidad, así como un envejecimiento cutáneo prematuro son algunos de los riesgos que se derivan de tomar el sol en exceso, aunque el más grave de todos ellos es el incremento del riesgo de sufrir cáncer de piel, especialmente carcinoma basocelular y melanoma, asegura Domínguez.
Respecto a cómo curar la tanorexia, Cano asevera que, a rasgos generales, no existe «ninguna manera» para tratarla, aunque es necesario que el sujeto reconozca la existencia de un problema y a partir de ahí, iniciar la terapia.
«Tenemos un cuerpo con fecha de caducidad y hay que conservarlo al máximo», concluye el psicólogo.