Alerta: En el J.M. de los Ríos se triplicaron los casos de desnutrición infantil grave
La jefa del Servicio de Nutrición, Crecimiento y Desarrollo de este centro asistencial expresó que una población general debe consumir al menos 2700 calorías para tener una vida sana. “Estar por debajo de eso es hambre, subalimentación”. La especialista comentó que en el hospital registran casos no solo de niños con mala alimentación sino también de sus padres: “Refieren que han perdido entre 8 a 9 kilos. Muchas veces se sacrifican y no comen para darle a sus niños lo poco que tienen”, publica Crónica Uno.
Por Oscar Medina @oscarmedina1 22 octubre, 2017
La magnitud del problema no está clara. Las cifras que proponen los organismos internacionales sobre Venezuela hablan de subalimentación, no de desnutrición infantil. Y la data no refleja la realidad. El informe de la FAO sobre Latinoamérica y el Caribe divulgado este año, en el caso venezolano solo incluye información oficial de 2009 cuando se refiere a los indicadores de desnutrición infantil aguda y crónica.
Quienes se encargan de investigar y documentar tienen una idea más completa sobre el drama nacional. Lo mismo que quienes trabajan para enfrentar sus estragos. La doctora Ingrid Soto lo ve a diario. Y lo ha hecho durante tiempo suficiente como para saber que nunca antes fue como es hoy. Soto es la jefa del Servicio de Nutrición, Crecimiento y Desarrollo del Hospital J. M. de los Ríos, de Caracas, y está en la coordinación del mismo servicio en el Hospital San Juan de Dios.
“Lo que estos organismo toman en cuenta es qué cantidad de población está recibiendo la cantidad de calorías suficientes para vivir una vida sana. Se establece en 2700 calorías, pero eso es para población general. Estar por debajo de eso es hambre, subalimentación”, explica.
¿Y cómo sabemos cuál es la realidad actual de la desnutrición infantil?
—No tenemos data. El Sistema de Vigilancia Alimentario y Nutricional, del Instituto Nacional de Nutrición (INN) se encargaba de informar sobre la situación, pero desde 2007 no publica cifras. Lo que tenemos son estudios puntuales, entre ellos el que hace Cáritas en algunas comunidades. Eso no necesariamente se puede extrapolar al resto de la población, pero sí permite ver tendencias. Si cada vez que vas a mirar a la misma población encuentras más afectado el estado nutricional, obviamente algo está pasando. Igual ocurre aquí en el hospital: toda la vida hemos tenido desnutridos graves, pero hasta 2015 veíamos a alrededor de 30 pacientes, el año pasado vimos a 110 pacientes, es decir, se triplicaron los casos de desnutrición infantil grave. Y la tendencia que llevamos este año es similar: lo que ocurrió el año pasado lo estamos viendo otra vez. Durante los primeros seis meses de 2015 tuvimos 43 pacientes y en el primer semestre de este año atendimos a 49 niños.
¿Qué es un caso grave de desnutrición?
—La desnutrición grave presenta varias formas.
¿Los padres de esos niños también muestran signos de desnutrición?
—Estamos anotando cuántos kilos van rebajando esos padres y refieren que han perdido entre 8 a 9 kilos. Muchas veces se sacrifican y no comen para darle a sus niños lo poco que tienen.
¿Y qué es lo poco que le pueden dar? ¿Qué están comiendo esos niños?
—Escuchamos que les dan tubérculos, en general. Nada de leche ni fórmulas infantiles que están, además, desaparecidas.
¿Qué hace un hospital como este por esos niños?
—Cuando están desnutridos graves, hay que hospitalizarlos. Si tienen alguna enfermedad asociada, los dejamos aquí. Si no están infectados tratamos de mandarlos a centros de recuperación nutricional que tiene el Instituto Nacional de Nutrición. Lo otro es que si la mamá vive cerca, los atendemos acá en el servicio una o dos veces a la semana. Afortunadamente, recibimos fórmula infantil por donaciones y se la suministramos a los niños, pero no siempre tenemos.
¿Esa dotación de fórmula infantil la tienen solo por vía de donantes?
—Sí, por donaciones, no por la institución. Incluso, la fórmula de la que dispone el mismo hospital también es por donación. El Estado no está suministrando ese tipo de alimentos al hospital.
¿Estos centros de nutrición también dependen de las donaciones?
—Son centros que dependen del INN, pero creo que deben tener el mismo problema que nosotros para adquirir fórmula y leche. Más que todo los están recuperando ahorita en ambulatorios con esta “nutrachicha” que hizo el INN, aunque eso es fundamentalmente carbohidrato y casi no tiene proteínas. Antes se repartía un producto buenísimo, el Lactovisoy. Pero eso lo perdimos también.
¿En promedio, cuánto puede pasar un bebé hospitalizado en el proceso de recuperación?
—Tratamos de que no estén mucho en el hospital porque por el problema inmunológico que tienen son más susceptibles de contagiarse de enfermedades. Pero lo mínimo para sacarlo de un caso de desnutrición grave serían unos 45 días, por lo menos para llegar al peso mínimo.
Tras una desnutrición grave, ¿el niño se recupera completamente?
—Eso depende de varios factores. Si hay desnutrición en la vida intrauterina o durante sus dos primeros años, que es un momento de alto crecimiento, es difícil que el niño se recupere de esa desnutrición. Y prácticamente 60 % de nuestros pacientes por desnutrición grave son lactantes. Lo otro depende del programa al que sometas a ese niño, si consume su fórmula, si se hace un programa de estimulación, etcétera; pero el problema es que estos pacientes generalmente viven en pobreza y sus padres no tienen recursos para adquirir el alimento y tampoco tienen la suficiente formación como para dar al niño la estimulación de modo que pueda recuperar su talla y los aspectos cognitivos. Esos niños necesitan vitaminas, minerales y aquí en el hospital les damos el sulfato de zinc, pero el resto de las vitaminas las tienen que comprar los padres. Y así todo llega al mismo punto: no hay recursos.
El niño llegó a esa situación porque los padres no tienen recursos y no los van a tener para costear la recuperación…
—A menos de que el Estado les de un subsidio para que esos niños se recuperen.
Cosa que no sucede…
—No. Lo que hay es el famoso Clap, que a veces dan y a veces no. En ocasiones, con un informe médico explicando la situación del niño desnutrido, les dan a los padres la oportunidad de comprar hasta dos bolsas de Clap.
Pero esa es fundamentalmente comida de adultos…
—Exactamente. Y no incluye proteínas. Y en ocasiones trae un solo pote de leche, que se comparte con el resto de la familia.
¿Cómo son las otras formas menos severas de desnutrición?
—La desnutrición puede ser desde las formas subclínicas, en las que el niño empieza a perder reservas musculares y de grasa, pero todavía mantiene talla y peso adecuados a su edad. Si el niño consume sus reservas y sigue sin recibir una alimentación adecuada, pasa de leve a moderada y a la última etapa, que es la desnutrición grave. Si eso se mantiene en el tiempo termina siendo una desnutrición crónica que afectará también la talla del niño. Si es aguda solo afecta el peso.