Opinion

Ganaremos y Cobraremos Por Douglas Zabala

En tremendo dilema se ha metido la oposición a raíz de los resultados electorales del 15 de octubre. Después de haberlos empujado casi nariceado a unas elecciones donde se suponía, impondría todas las reglas del juego a su favor, un Maduro victorioso termina llevándolos al cadalso de la ANC; no tanto para juramentarles a sus gobernadores, sino para intentar ante los ojos del mundo, lavarse las manos enlodadas con todas las triquiñuelas, abusos y tropelías, cometidas ese trágico día donde les terminó de imponer los resultados inesperados. No será nada fácil sortear el vendaval en el cual ya se está ahogando más de un “esclarecido” dirigente de la maltrecha MUD.

Debemos reconocer que en medio de los dimes y diretes en que han caído los altos dirigentes de la oposición, no solo las campañas abstencionistas de los radicales influyeron en los catastróficos resultados, sino toda la ingeniería fraudulenta impuesta por el gobierno a través de las malandras del CNE. La verdad sea dicha, el liderazgo opositor esperaba como mínimo ganar unas 15 gobernaciones, mas este objetivo no se logró, a pesar de haberse obtenido una participación ciudadana de más del 61%. La artillería de irregularidades montadas desde el CNE provocó el “milagro” de las 18 victorias oficialistas.

La no presentación del cronograma electoral, cierre y desplazamientos en horas previas al día de las elecciones y el no permitir la sustitución de candidatos, fueron parte de los cañonazos lanzados por el gobierno en esta competencia desigual y ventajosa. Ahora bien, la otra gran verdad fue el cúmulo de errores cometidos por la MUD y sus candidatos. El propio Carlos Ozcariz reconoció no haber cubierto todas las mesas con sus testigos, con el agravante de haber reconocido que le voltearon sus “duros” testigos el mismo día del proceso.  Venir con excusas de esta naturaleza es aceptar no haber descubierto que estamos ante una dictadura electoralista, y allí también ellos son muy fuertes.

A la cadena de errores y golpes bajos recibidos en esta contienda, se ha sumado el caso del Zulia, con la negativa de Juan Pablo Guanipa a juramentarse ante la ANC. Participaremos con el pañuelo en la nariz, dijo Rómulo Betancourt, para describir la situación del congreso gomecista, en 1936. Con esta frase el dirigente adeco quería expresar que, algo olía mal y aún así, aceptaba participar sin formular juicios principistas o formales para poder avanzar hacia nuevas oportunidades. Esta lección no aprendida por Guanipa, Capriles y Guevara, ha dejado al Zulia sin gobernador, con el añadido de insistir en el error, al dejar colar que tampoco participaran en las anunciadas elecciones municipales.

Hemos llegado al tronco de la horqueta. La decisión a tomar marcará para siempre el ritmo de nuestro quehacer político por muchos años. Cualquier vía emprendida será de alto riesgo y de alto impacto para el país.  La MUD anda a la deriva producto de la derrota del 15 octubre y la errática postura política en el Zulia, que la llevó a botar el juego ganado. ¿Estamos obligados a endosarnos esos errores y dislates políticos, a pesar de haber advertido hasta el cansancio de los peligros que corríamos si nos empeñábamos en conductas principistas y grupales, dándole la espalda a los más de setecientos mil electores zulianos?   Por supuesto que no, y por ello hemos llegado al punto de las definiciones.

Cuando advertíamos de las consecuencias de los errores le estábamos hablando a quienes habían votado por nuestra propuesta, pero también al chavismo disidente y a quienes, hastiados del mal gobierno de Arias Cárdenas, asumieron el compromiso de cambiar al Estado Zulia.  En este nuevo escenario no perdamos el rumbo y, con el coraje demostrado cuando nos ha tocado decir nuestras verdades, vamos a tomar la firme decisión de que cualquiera sea la rendija dejada por el gobierno con su dictadura electorera, la vamos a tomar y desde esa pequeña grieta haremos nuestra trinchera de lucha.

 En estas elecciones anunciadas por la ANC vamos con perfil propio, con nuestras banderas, y nadie debe tener temor de sentirse divisionista. No seremos nosotros los responsables de dividir algo ya divido. Convoquemos a quienes en esta crucial etapa sean nuestros iguales, y con ellos marchemos hacia el nuevo reto que impone participar en las elecciones municipales.  Desde Maracaibo lo haremos con el estandarte de la candidatura de Carlos Alaimo.

Busquemos la unidad más importante, la unidad de los ciudadanos en la defensa de sus intereses, con la garantía de que en nuestras manos el juego está seguro, porque nosotros ganaremos y cobraremos por el bienestar de nuestra Maracaibo, por el Zulia y por Venezuela.