Madre de paciente trasplantada: Mi hija no quiere ser la próxima en morir
María Zapata viajó a Caracas con el poco dinero que tenía a pedir ayuda para su hija, Maribel, quien perdió su trasplante de riñón luego de tres meses sin medicamentos, cuya escasez alcanza 95% en Venezuela. Teme que sea “la próxima” en morir, reseña AFP .
“Hace 15 días su riñón dejó de funcionar luego de 20 días hospitalizada”, contó este lunes a la AFP la mujer de 66 años, durante una movilización hacia las embajadas de Canadá, Costa Rica, Países Bajos y Perú que solicitó a esos países presionar a Caracas por “un canal humanitario” para traer medicinas al país.
Unas cien personas, la mayoría pacientes crónicos, acudieron a la protesta, convocada tras la muerte de dos trasplantadas en las últimas dos semanas.
“Solo queremos vivir” y “mi salud no es un juego”, se leía en carteles que portaban los manifestantes, algunos de ellos con mascarillas bucales para protegerse.
Maribel Torres, de 37 años, debe someterse a diálisis tras perder el riñón recibido hace 12. “Ha estado más nerviosa” desde que “murió una señora donde ella se dializa. Mi hija no quiere ser la próxima”, relató su madre.
Se refería a Belkis Solórzano, quien murió el 12 de noviembre a los 58 años, horas después de difundir un video en redes sociales en el que hacía un desesperado llamado por medicamentos.
Francisco Valencia, presidente de la Coalición de Organizaciones por el Derecho a la Salud y la Vida (Codevida), ONG que organizó la movilización, calificó como “alarmante” la “ausencia absoluta y prolongada” de fármacos.
Unos 300.000 pacientes crónicos -3.500 de ellos trasplantados- son afectados, dijo Valencia a la AFP. La lista incluye pacientes por insuficiencia renal, cáncer, esclerosis múltiple o Parkinson, entre otras enfermedades.
“Hemos visitado las embajadas para solicitar que se activen los mecanismos de ayuda internacional. Gente vino de todas partes de Venezuela”, aseguró el activista.
– “Comiendo mal” –
Maribel viaja habitualmente más de 60 kilómetros desde Maracay hasta Los Teques (norte), porque no hay unidad de diálisis en su ciudad.
Y la falta de medicinas no es lo único que sortea la familia. Madre e hija apenas pueden comer, azotadas por una descomunal inflación en medio de la grave crisis económica venezolana.
“Mi hija ha perdido mucho peso. A veces lo único que come es una arepa (pan de harina de maíz). ¿Qué paciente se puede curar comiendo mal?”, se preguntó María.
Desesperada, María evalúa mudarse a Colombia, donde nació. “Voy a ver cómo me la llevo, en nombre de Dios, porque si sigue aquí se va a morir”, dijo la mujer, que llegó a Venezuela hace 40 años.
Irvis Bermúdez, abogado de 63 años que hace 26 recibió un trasplante de riñón, toma desde hace seis meses la mitad de la dosis que necesita para hacer rendir las medicinas. “Es vergonzoso”, se lamentó.
María e Irvis esperan llamar la atención de gobiernos extranjeros con su ruego por ayuda.
– “No hay respuesta” –
Pero el gobierno niega una “crisis humanitaria” por falta de medicinas, por lo que ha rechazado ayuda internacional.
El presidente Nicolás Maduro relanzó el sistema 0800SaludYa, por el cual los pacientes pueden solicitar medicamentos por teléfono. Deben tener el ‘Carnet de la Patria’, tarjeta electrónica para acceder a programas sociales, que la oposición denuncia como un instrumento de “control social”.
El ministro de Salud, Luis López, asegura que unas 55.000 personas se registraron desde el pasado 8 de octubre.
“El problema no es la comunicación, sino que no hay medicamentos. Llamas y no hay respuesta inmediata”, denunció Valencia.
La escasez de medicinas se disparó desde 2014, con la caída de los precios del crudo, fuente de 96% de las divisas del país.
El gobierno recortó la importación de fármacos e insumos para producirlos, situación agravada con las sanciones financieras que Estados Unidos impuso a Venezuela y la declaratoria de “default parcial” en el pago de deuda por calificadoras de riesgo.
Carmen Padilla, paciente de hemodiálisis de 44 años, viajó cinco horas desde el estado Lara para “tocarle el corazón a los diplomáticos” y pedirles que “sean la voz de los pacientes crónicos” en Venezuela.