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Del billete de Bs.100 a la crisis del efectivo

Protestas despertaron la mañana del 16 de diciembre cuando la inflación galopaba a topes. Francisco Faraco, economista, advierte que el proceso inflacionario escala la cima, está desbocado debilitando el cono monetario

El edifico del Banco Central de Venezuela, subsede Maracaibo, amaneció rodeado. Comerciantes, jubilados, estudiantes y profesionales esperaban, el 16 de diciembre de 2016, el inicio de actividades bancarias para hacer el canje del billete de 100 bolívares que dejaría de circular y tener vigencia en pocas horas.

La decisión oficial de sacar el papel moneda de mayor denominación sin planificación de las operaciones a millones de venezolanos derivó en manifestaciones. En saqueos que se extendieron a negocios y comercios ubicados en la avenida Libertador, a menos 500 metros del BCV y de la Gobernación del Zulia.

Equipos antimotines dispersaron con bombas lacrimógenas a los usuarios alzados. La protesta por la lentitud y falta de respuesta sobre el retorno del dinero ocasionó caos en el centro de la ciudad, donde también funcionan los poderes regionales.

Francisco Faraco, economista, explica, a un año de los sucesos causados por la “torpeza” de la política monetaria del Presidente de la República, que sacar de circulación el billete de Bs. 100 generaría una “catástrofe en el sistema de pago” que administra la banca privada.

Los usuarios estaban náufragos ante el escenario abonado por el proceso inflacionario que acumuló más crisis económica. “Y en curso del año siguiente (2017) vemos la hiperinflación que está desbocada, siendo la segunda víctima de ella el cono monetario, el efectivo”.

El “marrón” era la denominación de mayor presencia en el flujo de bolívares. 90 por ciento de la familia de billetes y monedas. Frente a eso, los usuarios “comenzaron acumular más efectivo” por efecto de la inflación.

Al cierre de año, el indicador de precios en bienes y servicios se estimó, según instituciones no oficiales, cercano a 274 por ciento, ante la omisión de datos del BCV para conocerse el INPC anual.

Faraco destaca que las personas comenzaron a necesitar “más dinero para adquirir la misma cantidad” de productos y bienes. En los bolsillos, carteras y gavetas se acumulaba “más cantidad”. Los productos escalaban en precios y el billetes era más necesario.

El BCV reorganizó la orden y decidió prorrogar la vigencia del billete para calmar los reclamos de millones de usuarios. A un año continua la circulación del “marrón”, acompañada de nuevas denominaciones, que llegaron importadas desde Europa, elaboradas por una empresa sueca.

Faraco considera que las decisiones monetarias surgieron y están en “torpeza”. De emitir más billetes “sin respaldo financiero”, de crear monedas comunales y virtuales que nacen en un sistema económico falto de confianza para atraer inversiones.