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El drama de cobrar la pensión

Sus estómagos pedían “a gritos” alimentos, sus bolsillos algo de dinero. Pedro Fuenmayor, permanece tirado en el suelo de un centro comercial ubicado en Delicias Norte. Tiene un pedazo de cartón, la camisa abierta y a su lado un bastón. Apenas tiene ánimos para hablar y levantarse es una tarea titánica que solo con ayuda puede realizar. Las horas se le van esperando el efectivo que el banco “nunca le da”, mientras que el hambre lo apaga lentamente sin que pueda reaccionar.

A metros de su inerte humanidad, un grupo de abuelos trancaron la vía principal exigiendo respeto y el pago completo de su dinero. A las 9.00 de la mañana se cansaron de esperar, tomaron sus cosas y empezaron a gritar. Impidieron parcialmente el paso vehicular y unos exclamaban “¡Que venga la guardia y nos mate de una vez!”

El calor insoportable, la presencia de oficiales y el padecimiento de enfermedades no evito que se hicieran sentir. Alejandra Benítez aseguró que se levanta a la 1.30 de la madrugada cada vez que va para el banco y lleva cuatro días seguido en ese “calvario”. Viene del Mojan. Solo en pasajes gasto más de 120 mil bolívares para llegar a Maracaibo y escuchar “no hay”.

El hambre consume a la multitud

Las 200 personas que estuvieron, en algunos casos más de 14 horas en la cola del Banco Bicentenario, pasaron “las de Caín” para sobrevivir. María Camacho, una abuela de 70 años no paró de llorar. En su estómago solo tenía una arepita, en su corazón rabia e indignación. “Nos están matando de hambre, necesito cobrar. Es horrible amanecer en este lugar. Pasamos frio, nos mojamos. Dormimos en el suelo, se nos dañan los riñones de tanto aguantar las ganas de ir al baño y tenemos miedo.”

A falta de una sala sanitaria, hacen sus necesidades al aire libre, baños alquilados o “en un rinconcito para no ser rechazados o humillados”. Mientras la situación era tensa, uno de los manifestantes reiteraba que “el efectivo que niegan en los bancos lo tienen las mafias”.

El grueso de los adultos presentes tenía bastones y la cara demacrada. Uno no paraba de gritar. Le explicaba al resto que no se podía controlar y caminaba de allá para acá.  El sudor fue parte de la escena y sus lágrimas matizaron la precaria realidad. Para cobrar, visitan hasta 17 bancos y “con suerte” obtienen 20 mil bolívares. Algunos fueron “peloteados” desde octubre sin obtener nada a cambio.

Marginados y cansados

José Villalobos de 60 años, comentó. “Le dimos nuestra vida al país y con esto nos pagan”. En noviembre, en esa entidad bancaria cuatro abuelas se desmayaron, una que estaba en silla de rueda se hizo pupú y otra vomito. Tienen mala circulación y de tanto esperar se hinchan sus pies.

Desde Carrasquero, Las Tuberias, El Mojan, La Guajira, Paraguaipoa, La Cañada y San Francisco, llegan abuelos a Maracaibo en busca de efectivo. Carmen Paz vive en el municipio Páez y tiene una semana recorriendo las calles marabinas sin ningún resultado. “Tratamos de estar en grupo, pero es muy difícil porque pasamos todo el día sin comer y nuestra familia se preocupa. A muchos han robado. Todos los trayectos tenemos que hacerlos caminando porque no tenemos pasajes”.

Mientras la protesta se desarrolló y los abuelos lloraban tanto del hambre como por la frustración, los choferes que transitaban por el lugar sonaban las cornetas y gritaban para que se quitaran de la arteria vial. A las 11.00 de la mañana, cuando llegaron dos camiones con remesas a la entidad bancaria, la multitud se disipo y grito. Corrieron hasta el Bicentenario y el panorama cambió. La indignación y el hambre que sienten los ancianos esperando en las colas aún no término.