Opinion

Maduro, el presidente que no duraba más de seis meses en el cargo

Después de las elecciones presidenciales del año 2013, el futuro de Venezuela era incierto. Resultó ser ganador Nicolás Maduro Moros, un hombre que a pesar de haber sido “el elegido” de Chávez para continuar con la “Revolución Bolivariana”, carecía de características que de inmediato ponían en tela de juicio su permanencia en el poder; o al menos era así según ciertos sectores de la opinión pública. 

Cinco años después, ese mismo personaje se está postulando para su reelección como presidente de la República y muy pocas dudas hay de que el próximo 20 de mayo conseguirá su objetivo. En otro contexto, esto se podría atribuir al manejo de su imagen política, o a una campaña de marketing transformadora que haya alcanzado una popularidad inminente, pero ciertamente este “logro” poco tiene que ver con los mecanismos “modernos” encargados de modificar o manipular la percepción del elector.

El inicio de 2013 se caracterizó por ser sumamente confuso para los venezolanos. El difunto Hugo Rafael Chávez Frías se había despedido del país el 8 de diciembre 2012, indicando que si no regresaba antes del 11 de enero, se debían realizar elecciones presidenciales donde él postulaba como sucesor al entonces vicepresidente Nicolás Maduro Moros.

Chávez no regresó, pero tampoco se convocaron a elecciones después de la fecha dada por él. Por el contrario, se alargó el llamado a los comicios hasta después de ese 5 de marzo que trajo consigo el inminente anuncio de su muerte, y que permitió que se generara un vacío de poder durante el primer trimestre del año, que en sus formas era jurídica y normativamente inviable.

Detrás de la nebulosidad que representaba el modus operandi en esta situación coyuntural, había un plan que se estaba realizando previendo la permanencia del chavismo en el poder, independiente de la presencia física de su “líder supremo”.

Según el politólogo Luis Salamanca, Maduro, a pesar de haber sido considerado alguien poco capaz de liderar a la nación, es un pieza en un gran engranaje: la estructura de poder que dejó Chávez.

“La estructura de poder que le dejo Chávez es muy grande, económicamente, militarmente, institucionalmente… El control de todos los poderes”, asegura.

 

La estructura de poder trajó como consecuencia la permanencia de Maduro en el poder, a pesar de la imagen que este proyecte, su popularidad o los errores que cometa en el cargo. No es un problema de imagen, es un problema de que él ha logrado utilizar todas las palancas de poder que le dejó Chávez y esas palancas de poder le han respondido”, explicó.

El poderío ya había empezado a hacerle el lobby a Maduro inclusive antes de llegara a la Presidencia. El Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) dictó una sentencia en la que establecían a Chávez como presidente de la República, a pesar de que la juramentación no se llevó a cabo, así como también permitieron a Maduro ser el presidente encargado, aunque ese cargo le correspondía su desempeño al presidente de la Asamblea Nacional del momento, Diosdado Cabello.

“Para este momento ya se demostró que la estructura de poder le empezaba a responder a Maduro, que le estaba dando resultados y luego, bueno, está el tema de los militares cómo a Maduro lo han arropado, protegiéndole de un montón de cosas,  pasándole un montón de cosas inconstitucionales”, recalcó el politólogo.

 

Asimismo, poco después de anunciar la muerte de Chávez, el mismo órgano dictaminó que Maduro podía ser candidato a las elecciones a pesar de ser presidente encargado y además vicepresidente de la República.

Siendo la sombra de un Chávez glorificado, Maduro evidentemente ganó, pero este ascenso al poder cargado de ilegalidad traía ciertas expectativas encontradas entre bandos, como era de esperarse. Sin embargo, ambos coincidían en un solo punto: Al principio un sector del chavismo amplio pensaba que Nicolás Maduro era un tipo incapaz para ejercer la función y así lo decían los estudios de opinión pero que traía buenas intenciones”, así lo aclara la profesora y especialista en Opinión Pública, Mariana Bacalao.

Si bien para el sector de la oposición no hubo sorpresa con el mandato de Maduro, sí fue inesperado para ellos los niveles de represión que el mandatario permitió con las series de protestas que se han presentado durante su gestión.

Con esto, la académica asegura que la percepción como tal no ha cambiado, sino por el contrario; los juicios son mucho más duros y son compartidos por un porcentaje “abrumadoramente mayoritario” de la población, por lo que coincide con Salamanca al ratificar que lo que ha permitido la permanencia de Maduro en el poder es la manera de ejercerlo.  

“Parte de la perversidad del sistema es llenar unas apariencias que están muy lejanas a las formas elementales, es decir, hay unas elecciones, la gente va a votar pero el ciudadano ha perdido desde hace mucho tiempo la capacidad de elegir”, complementó Bacalao.

 

A pesar de que esta estructura de poder ya estaba fundada, formada y fortalecida para el año 2013, realmente la opinión pública no supo prever el impacto que ésta iba a tener a futuro. La certeza del colectivo ante la posibilidad de que Maduro no terminara su período presidencial ha permitido que la sociedad caiga en un sentimiento de derrota.

De acuerdo a Salamanca, hay que estar pendientes de cuál es el grupo que se encarga de sembrar esas ideas sin base los sectores desesperanzados de la sociedad: “No solamente lo subestima (al chavismo) sino que es un sector que vive de ilusiones, hay que decir claramente que viven de la fantasía de creer que con solamente decir que Maduro no puede continuar, ya Maduro sale”. 

En diciembre 2015, la oposición venezolana ganó de forma aplastante las elecciones legislativas, pero a pesar de que esto podía verse como una gran salida al gobierno bolivarino por las funciones que se le atribuyen a la Asamblea Nacional, no se consideró en ningún punto el poderío que además, antes de la toma de posesión en Enero 2016 la misma se fortaleció con el nombramiento de los “magistrados express”.

A pesar de las promesas, los intentos y la convicción que podían poseer los diputados entrantes, la estructura no les iba a permitir destronar al chavismo. Salamanca dice que Maduro, además, aprovecha la ilusión que este grupo genera en la sociedad para mantenerse en el poder.

“Esto no quiere decir que no hay marketing, no quiere decir que ellos no están apoderados a través de la red de medios nacionales. Eso esta allí y también tiene un impacto”, aseguró Bacalao.

La inevitable comparación

Según la profesora Bacalao, cada vez que realiza un estudio de opinión aparece “casi espontáneo” la comparación entre Chávez y Maduro que enfatiza el decaimiento del actual presidente.

“La gente que es más chavista -que se dice chavista, no madurista, ni psuvista- por supuesto glorifica la memoria de Chávez, y no entienden cómo ese Chávez pudo elegir a Maduro como su sucesor”, argumenta.

 

En base a estos estudios, el sector del chavismo sigue viendo a Chávez como una figura fuerte y carismática, llena de amor hacia el pueblo, mientras que por el contrario, a Maduro lo ven como un líder débil y sin gracia; que comenzó con buenas intenciones pero que hoy en día es “un hombre bastante insensible”.

También, Chávez era considerado por esa parte de oficialismo como un hombre instruido, estadista y capaz, sobre todo para imponerse a situaciones y personas. Por otra parte, a Maduro lo ven como ignorante, sin formación y sin autoridad, al igual que consideran que no tiene fuerza dentro del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).

Ante esto, los estudios reflejan que los encuestados consideraban a Chávez como imprescindible y excepcional, mientras que Maduro es percibido como corriente, y debe ser relevado porque es un sucesor impuesto, cuyas cualidades siguen siendo un misterio.

“Una inmensa mayoría esta arrepentida de votar por Maduro. Hay mucho miedo. Sobretodo esta el miedo a morir, que eso es algo que yo nunca he visto antes”, comenta la especialista en opinión pública al asegurar que el chavismo que queda es clientelar que siente miedo de perder las ayudas porque, aunque eso no los saque de la pobreza, ellos entienden que es lo que les permite, con mucha dificultad, sobrevivir.

 

Uno de los aspectos que más impactó a la académica es que estas personas ya miden su vida mediante los CLAP: “Lo que está en juego no es la línea blanca, un crédito de apartamento o un carro. Lo que está en juego es la vida”.

Esto no debería ser descartable, considerando que además de la imagen tan precaria que posee el mandatario nacional, la Encuesta sobre Condiciones de Vida en Venezuela (Encovi), reveló el paso mes de febrero los retrocesos drásticos que ha visto la sociedad venezolana en alimentación, educación y salud.

Entre los aspectos relevantes, en 2017 89,4% de los encuestados aseguraron que no cuentan con los recursos suficientes para comprar los alimentos básicos. De ese porcentaje, al 70,1% no le alcanzan los ingresos para comer más saludable. Asimismo, el 61,2 % de los consultados se acuesta con hambre.

También, fueron registrados al menos 89 casos por muerte violenta de cada 100 mil habitantes, lo que hace al país el más violento de Latinoamérica. El acceso a la educación de los jóvenes entre 18 y 24 años bajó en 10% durante 2017, para ubicarse en 48%, y en el caso de la escolaridad total (entre 3 y 24 años), el índice de acceso descendió de 78% en 2015 a 71% en 2017.

Por otro lado, 39% de los estudiantes deben faltar al menos una vez a clases por falla en los sevicios públicos o porque no tienen qué comer en su casa. Esto ha llevado a muchos venezolanos buscar vías alternas, según una encuesta de Consultores 21, casi la mitad de la población desea emigrar.

Es común hacerse preguntas de cómo ante estas condiciones de vida y el rechazo marcado que se ha elevado a instancias internacionales, aún no se ha producido un cambio en la dirección del país: ¿qué sucede con la gente? ¿Por qué las clases populares siguen apoyando el sistema de gobierno actual si viven en unas condiciones desmejoradas en comparación a 2012? ¿Qué busca el Gobierno al querer ganar otra vez las elecciones? ¿Es que ahora sí van a trabajar? ¿Cuál es el papel de la comunidad internacional en todo esto? ¿De verdad podrán colaborar para generar un cambio de gobierno en Venezuela?

De esta forma, la mesa está servida con el proceso de electoral más cuestionado en la historia de Venezuela, buscando que los venezolanos “elijan” quién será el que lleve las riendas de Venezuela en el periodo 2019-2025, y aunque no se poseen del todo las respuestas a tantas interrogantes, lo que si es seguro es que el votante desconoce que independientemente del resultado, ya ellos están atornillados de forma silenciosa, intocable pero sobre todo fuerte.

“Maduro tiene la peor imagen de la historia de Venezuela de un presidente de la República. Yo diría hasta de la historia toda de Venezuela del siglo XIX, o sea, de verdad una imagen terroríficamente mala”, finalizó Salamanca.