Jesús Ibarra: el joven que volvió dos veces de la muerte por una lacrimógena
No es que tenga el don de revivir, pero este joven de 20 años de edad esquivó a la muerte dos veces en un año. Un tiempo que ha transcurrido con la amargura de vivir entre hospitales y hoteles, sentir la persecución de cuerpos de seguridad y enfrentar la decepción de un ser querido.
El pasado tres de junio se cumplió un año desde que Jesús Ibarra falleció, por segunda vez. La primera ‘muerte’ ocurrió el 1 de mayo de 2017 cuando debió ser rescatado inconsciente entre las aguas putrefactas del río Guaire tras ser impactado en la cabeza por una de las bombas lacrimógenas que cayeron como gotas de lluvia en la autopista Francisco de Miranda; el centro de la represión oficial en las manifestaciones opositoras del año pasado.
Antes de pasar semanas en coma inducido, Jesús burló por segunda vez a un destino que lucía inevitable. La vida de este antiguo estudiante de ingeniería de la Ucab parece estar blindada de desgracias, que se resumen en un coma inducido, siete operaciones, infecciones, un infarto y una disputa familiar que lo obligó a salir de su casa.
Jesús no habla mucho, pero no es porque no esté consciente sino, como él mismo aseguró, le cuesta organizar las ideas. El impacto de la lacrimógena le cambió la vida, no sólo en lo físico y en lo neurológico, también en lo afectivo.
Desde un tiempo debe usar permanente un cabestrillo ya que cuenta con inmovilidad, casi absoluta, en su brazo derecho. Su mirada luce perdida. Su ojo izquierdo está “entre casi ciego y ciego”, desde aquel día que salió de su casa el primero de mayo para participar en una de las marchas convocadas por la oposición contra el gobierno de Nicolás Maduro. Una ola de manifestaciones que dejó 150 muertos y más de 2.000 heridos según balances de organizaciones de derechos humanos.
Caer al Guaire, ese río de aguas negras que atraviesa parte de Caracas, generó serias consecuencias para la salud del entonces estudiante. “El traumatismo y la contaminación del río provocaron una infección en la cabeza y los pulmones” que derivaron un coma inducido, recuerda José Gregorio Ibarra, padre de Jesús.
Ese coma duró 45 días, que transcurrió entre un hospital y una clínica privada. Tras ese trance, el joven afrontó ocho infecciones severas y fue operado varias veces. La quinta operación estuvo marcada por un infarto.