El próximo 7 de agosto Juan Manuel Santos concluye su mandato en la Presidencia de Colombia, y anunció también su retiro de la vida política activa. En la siguiente entrevista revela sus propósitos inmediatos, y habla de las cosas buenas que realizó y de las malas que tuvo que enfrentar como mandatario durante ocho años.

Santos, quien cumplirá 67 años el 10 de agosto,ha dedicado años de su vida pública a tres cosas fundamentales: su formación, el periodismo y la política.

Su formación le permitió ejercer la jefatura del Estado durante ocho años. El periodismo lo llevó a la codirección del diario El Tiempo. Sobre la política activa, Santos anuncia que con el fin de su gobierno también se va de la política. “Es el fin de mi gobierno y el fin de mi vida política activa”, asegura y repite: “No habrá santismo”.

¿Qué le pareció el nuevo gabinete del presidente Duque?

No voy a opinar sobre el próximo gobierno. Le deseo lo mejor porque si le va bien, nos va bien a todos los colombianos.

¿Qué va a hacer ahora con su vida?

Me voy a dedicar a estar con mi familia, consentir a mi primera nieta, Celeste. Tengo proyectos para dictar conferencias y clases. Lo único que no voy a hacer es molestar a mi sucesor.

¿Usted seguirá haciendo política?

Yo me retiro de la vida política activa. Estoy inmensamente agradecido con los colombianos que me dieron la oportunidad de servir al país y me honraron con la posibilidad de ser su presidente.

Cada mandatario tiene su tiempo. No es bueno aferrarse al poder ni buscar perpetuarse en él. Mi modelo es como el del expresidente Betancur: el mejor de todos nuestros expresidentes.

Con excepción del expresidente Betancur, todos los demás exmandatarios han seguido actuando en política. ¿Usted se siente capaz de vencer esa tentación?

En mi vida he sido muy disciplinado. Me he resistido a muchísimas tentaciones. Espero que Dios me dé la fuerza suficiente para cortar totalmente con la libido del poder.

¿Es verdad que usted le envió un libro de despedida a los expresidentes…?

No fue un libro de despedida. Fue un libro sobre el comportamiento de los expresidentes en Estados Unidos. Se llama El club de los expresidentes. Tenía la esperanza de que aprendieran algo de ese libro, pero infortunadamente no fue así…

En Estados Unidos, cuando se retiran, los expresidentes no vuelven a intervenir en política activa. ¿Le gusta esa tradición?

Me encanta. Y es lo mejor que le puede pasar a cualquier democracia.

El partido de «la U» lo llevó a la Presidencia. ¿Cómo ve el futuro de ese partido?

Ojalá recobre su norte, ojalá se vayan quienes no tienen ideales sino intereses políticos. Y ojalá logre una coalición de centro que el país necesita.

Una coalición de centro, ¿cómo así?

Sí. Estamos en los extremos. Se requiere moderación en la política. Yo he sido una persona identificada con la tercera vía, con el extremo centro; creo que esa es la posición política más conveniente para cualquier democracia y para Colombia.

Su gobierno fue considerado de centro izquierda; el gobierno que lo sucederá, ¿lo considera de derecha?

Repito: No voy a calificar el gobierno que entra; no voy a intervenir en política; no me ponga a calificar al gobierno entrante.

¿Cuál fue la mayor crisis que enfrentó durante su gobierno?

En lo personal, el cáncer que por fortuna superé; en lo político, el plebiscito.

¿Usted no defenderá su gobierno si es sometido a ataques?

Yo espero que el gobierno del presidente Duque se enfoque, como me lo ha dicho él, en continuar lo que está bien, corregir y mejorar lo que no ha funcionado y lanzar sus iniciativas a gobernar sin espejo retrovisor.

En cuanto a la paz, los colombianos son los que la tienen que defender. La paz no es de Santos. Es del pueblo.

Varios de los integrantes del nuevo gobierno han dicho que el suyo fue un gobierno corrupto y derrochón. ¿Qué opina?

¡De qué no me han acusado! Lo último es que estoy confabulado con James Bond, la reina Isabel y la Corte Suprema en un complot. ¡Hágame el favor! Sobre lo de gobierno derrochón y corrupto, mire: el gasto público hoy es inferior al del 2009 como porcentaje del PIB, y no hay un solo alto funcionario condenado por corrupción. En mi gobierno, el combate a la corrupción ha sido frontal.

Lo reconoce la comunidad internacional. No es que haya más corrupción, es que se está combatiendo mejor. Por fortuna se está haciendo más visible. Acabamos con antros de corrupción como el Inco o el DAS, combatimos la corrupción en la salud. Este es el gobierno que más ha hecho para promover la transparencia y el acceso a la información pública de los contratos del Estado.

Cualquier ciudadano puede verlos y hacerles seguimiento a más de 6 millones de contratos públicos por más de 747 billones de pesos. Creamos el mapa de regalías para que la ciudadanía pueda ver dónde y cómo se invierten los recursos. El gabinete ministerial hizo públicas sus declaraciones de renta. La lista sigue…

¿Cuál considera que fue su mayor triunfo?

Sin duda, la paz con las Farc. Pero también me siento muy orgulloso de haber contribuido a reducir la pobreza y las desigualdades como nunca antes; de haber mejorado sustancialmente el acceso y la calidad de la educación al ponerla como prioridad presupuestal. Y la verdadera revolución en infraestructura que logramos… Pero lo importante, que es lo que busca todo gobernante, es que logré dejar un mejor país que el que encontré.

¿A qué se refiere concretamente?

Yo recibí un país en guerra; con asaltos, masacres y secuestros; recibí un país convulsionado por la acción de las FARC como guerrilla; encontré un país con alto déficit fiscal, desempleo en dos dígitos, sin grado de inversión que nos encarecía la deuda, con los principales tratados de libre comercio bloqueados. Aislado internacionalmente y con una desigualdad similar a la de Haití o Mozambique.

Entrego un país con la economía, las inversiones, la confianza y todos los indicadores fundamentales creciendo, en terreno positivo y en franca recuperación. El país de América Latina que más ha reducido la pobreza y las desigualdades.

Usted ha insistido en que los acuerdos de La Habana, que aseguraron la paz con las FARC, están blindados. ¿Sus afirmaciones sugieren que los ve en peligro?

Están blindados. No lo digo yo. Lo dice nuestra Corte Constitucional, que aprobó por unanimidad el Acto Legislativo de la Paz y señaló que durante los próximos 12 años, ninguna entidad del Estado puede tomar decisiones en contravía del acuerdo.

¿Las disidencias de las FARC no están afectando seriamente los acuerdos de paz?

No. En todo proceso de paz, por ejemplo en Sudáfrica, en Irlanda, en Centroamérica, se presentan las llamadas disidencias. En promedio han sido el 15%. En Colombia ese porcentaje ha sido inferior, menos del 10%. Eso no significa que no actuemos frente a esos grupos. Hemos neutralizado más de 600 disidentes. Esas disidencias están siendo desmanteladas. Es parte de la transición.

¿Usted cree que su gobierno logró cambiar la imagen del país ante el mundo?

Esa es una de las transformaciones más importantes que logramos en estos ocho años. En el 2010 éramos considerados un país problema. Hoy, Colombia es mirada con respeto y su liderazgo es reconocido. La aprobación de los tratados de libre comercio estaba bloqueada en los parlamentos de Estados unidos y Europa por temas de derechos humanos y laborales. Nos exigían visa para viajar hasta en los países más pequeños. Y no teníamos incidencia en los grandes debates globales.

Ahora participamos activamente en la Cumbre de París sobre el cambio climático, y propusimos y lideramos la adopción por parte de Naciones Unidas de Objetivos de Desarrollo Sostenible. El ingreso a la OCDE y ser socio global de la OTÁN nos han permitido tener un gran reconocimiento internacional. Por supuesto, la paz nos ayudó a cambiar la imagen. Hoy podemos entrar a 91 países sin visa.

¿Qué hacer con Venezuela?

Lo que ha sucedido con Venezuela es una verdadera tragedia humanitaria. Los venezolanos padecen hambre y no tienen ni siquiera medicamentos básicos. Hemos recibido con generosidad, pero ejerciendo siempre el necesario control, a cientos de miles de venezolanos que huyen de la dictadura y la miseria. Voy a promulgar un decreto que permite la regularización de cerca de 470 mil venezolanos; les facilitamos la vida a los colombianos que retornan y entregamos más recursos para los hospitales públicos que han visto el número de pacientes incrementarse por cuenta de este problema.

En cuanto al régimen, estoy convencido de que la comunidad internacional debe seguir ejerciendo presión para que haya un cambio lo más rápido posible en Venezuela, para restaurar la democracia y devolverles la esperanza a los venezolanos. A Venezuela hay que reconstruirla, y el país que va a estar mejor posicionado para ayudar a esa reconstrucción es Colombia.

¿Reconstruir quiere decir cambiar el gobierno?

Pasa por ahí. Pero esa es tarea de los venezolanos.