Santo Cristo de la Grita «el patrono de rostro sereno» que recibe las plegarias de los tachirenses
En el estado Táchira, entre las nebulosas montañas andinas del municipio Jáuregui se alza el valle de La Grita, una de las principales capitales religiosas de Venezuela. El 6 de agosto de cada año, miles de personas acuden en peregrinación para manifestar su agradecimiento y fervor hacia el Santo Cristo. Este 2018, se cumplen 408 años desde la transfiguración de su rostro, en un trozo de madera.
La leyenda asegura que las facciones serenas del Santo Cristo de la Grita, fueron talladas por las manos de un ángel que acudió en auxilio de Fray Francisco, quien a pesar de su empeño no lograba esculpir el rostro de Jesús sobre la cruz, promesa realizada en 1610, luego de que un terremoto sacudiera los cimientos de la ciudad.
Refugiado en el poblado de Tadea, el fraile franciscano comenzó a trabajar el nogal para dar forma a una imagen sagrada que protegiera a los tachirenses de los embates de la naturaleza. El rostro del Santo Cristo, le causaría innumerables desvelos y preocupaciones, pues estaba decidido a no plasmarle una expresión agónica, pero aunque trabajaba hasta caer rendido, no estaba contento con el resultado.
Frustrado por su falta de progreso, Fray Francisco se entregó a sus meditaciones, hasta una noche en la que despertaría al escuchar ruidos en su taller. Cuando se acercó para ver qué sucedía, presenció una ráfaga de luz que caía sobre el rostro terminado en una expresión serena, como era su deseo.
El Santo Cristo pasaría dos años en Tadea, hasta 1612 cuando se le ordenó a los Franciscanos que se trasladarán nuevamente al convento de Santa Clara, reconstruido luego del terremoto. Con suinstalación en la capilla de aquel recinto, comenzó una tradición que se mantiene hasta nuestros días. Desde entonces, la imagen ha sido custodiada con celo. En 2017, fue nuevamente restaurada, Nepomuceno Hernández, párroco de la Grita, encomendó el proyecto al artesano local Miguel Márquez.
Los preparativos para la celebración del Patrono del Táchira, comienzan desde los últimos días de julio, cuando los miembros de la Cofradía del Santo Cristo trasladan la imagen sagrada desde su capilla, hasta el altar mayor en la Basílica del Espíritu Santo.
Gritenses salen en una concurrida profesión, que entre cantos y alabanzas recorre las calles del pueblo, hasta el recinto sagrado dónde el Santo Cristo descansará a la espera de sus peregrinos.
En 1883, Monseñor Jáuregui al ver la devoción que le profesaban los tachirenses al «Cristo del Rostro Sereno», lo nombró Patrono de la Grita. Actualmente, fieles piden a las autoridades eclesiales, que el Santo Cristo represente a todos los venezolanos como la Virgen de Coromoto.
La celebración del Santo Cristo de la Grita comienza oficialmente el 06 de agosto, (fecha que coincide con la fiesta católica de la transfiguración), cuando Jesús subió al monte Tabor junto a los apostoles: Pedro Jacobo y Juan, quienes vieron a su maestro transformarse ante sus ojos, tornándosele el rostro más claro y sus ropajes completamente blancos. «Eso fue lo que ocurrió en Tadea, el fraile Transformó aquel trozo de Madera en Cristo», manifestó el profesor Asdrúval Millán, cronista de la Grita.
El primer día de agosto salen los peregrinos, provenientes de todo el país y más allá de nuestras fronteras. Los fieles comienzan a llegar durante esa semana, y el día 05, en la víspera de la festividad se ultiman los preparativos para adorar al Cristo del rostrosereno.
El profesor Millán, explica que la celebración de Santo Cristo adquirió dimensiones multitudinarias en el año 1995. Como cada vez eran más las personas que llegaban desde destinos remotos, los gritenses tuvieron que hallar una manera para cobijar a la gran cantidad de fieles y fue así como se creó la Fundación Posaderos del Peregrino, iniciativa formada por voluntarios, que se encargan de proporcionar alimento y cobijo, a quienes arriban a La Grita la noche antes de la celebración.
Al llegar a la denominada «Jerusalén de Venezuela«, los devotos del Santo Cristo serán recibidos por una avalancha de hospitalidad andina. Los habitantes de La Grita, salen al paso de los caminantes para obsequiarles, el llamado: pan peregrino, frutas, alimentos y bebidas, para compensar el hambre y la sed padecidos durante el viaje.
Sereno y Milagroso
A pie y de rodillas, descalzos o calzados pero siempre con fe, los fieles de todas las edades,avanzan hacia la figura del Santo Cristo: desde universitarios que piden luz para sus estudios, hasta devotos que acuden en busca de sanación.
María Andreína Gandica cuenta que elevó sus oraciones al Santo Cristo de la Grita, cuando tuvo que ser operada de la columna. Aunque los doctores aseguraban que era difícil que volviera a caminar, como buena devota acudió a la imagen del rostro sereno para pedirle su favor.
«Se acercaba la procesión del 6 de agosto y yo le prometí que si salía caminando de la operación iba a acompañarlo. Tenía tanta fe que a los meses pude cumplir la promesa», aseguró la creyente.
Como Gandica, muchos venezolanos atribuyen la recuperación de su salud a la intervención divina del santo patrono de los tachirenses.
Ayarit Ostos no creía en el Santo Cristo de la Grita: “En mi inmadurez y egoísmo llegue a reírme de la fe de los demás», confiesa la abogada, que sería puesta a prueba, cuando le diagnosticaron un tumor en el ojo izquierdo, entonces tenía 17 años.
A pesar de su incredulidad, Ostos entró al quirófano acompañada por una imagen del Santo Cristo, regalo de su madre. La cirugía para extirpar el tumor era muy riesgosa, cuando los médicos la hicieron firmar un documento que los eximia de toda responsabilidad, Ayarit se encomendó a la imagen del rostro sereno:
«Me senté a hablar con él y le dije: Si realmente usted existe y hace milagros, yo espero y le pido con todo mi corazón que me saque con bien de esto que me espera», recordó la devota.
Tres equipos de médicos trabajaron arduamente en la operación de Ayarit Ostos, quién sufrió sucesivos paros respiratorios y hemorragias internas durante el procedimiento quirúrgico que duró 14 horas. Al momento de despertar, la paciente conservaba la estampita del Santo Cristo de la Grita en una de sus manos: «Fue una gran lección, sin tener fe tuve esa fuerza de poner mi vida en manos de él y hoy estoy completamente sana».
En 2013, la joven Yohely Ceballos, sufrió quemaduras en su esófago tras ingerir accidentalmente ácido de laboratorio, incidente que la llevaría al Hospital Central de Táchira donde estuvo recluida por varios meses, presa de grandes dolores, sin poder comer ni moverse. El diagnostico no era alentador, en el mejor de los casos, pasaría el resto de sus días aferrada a un respirador artificial.
Lucrecia de Ceballos, madre de Yohely, nunca dejó de pedirle al Santo Cristo por la salud de su hija y sus plegarias fueron escuchadas, pues el milagro fue hecho y poco a poco la muchacha se restableció. Cuando llegó el 5 de agosto, Lucrecia acudió al santuario junto a sus familiares:
«Me arrodillé y subí caminando hasta donde estaba la imagen, cuando llego me doy cuenta de que mi esposo, su hermano y la madrina, me habían acompañado también de rodillas, para agradecer el milagro obrado en mi hija», afirmó entre lágrimas la mujer.
Fe y Folklore
En la Grita la devoción y la cultura siempre han caminado de la mano, pues fue en el convento de Santa Clara, (hogar de los Franciscanos),donde a partir de 1580 se fundó la primera escuela de pintura de Venezuela, por lo que los monjes de esa orden cultivaron especialmente sus habilidades plásticas. Fray Francisco, el escultor de la imagen del Santo Cristo, también tenía dotes de poeta.
Los creadores tachirenses nunca han dudado en ofrecer sus virtudes como ofrenda al hijo de Dios. Entre los devotos del Santo Cristo, hay músicos y, pintores, que lo alaban desde su creatividad.
«Jesús de Tadea, como lo llaman los peregrinos y los poetas, es el Cristo de los milagros de la Grita, su imagen está en los ojos de las mujeres andinas, en la gracia de los niños y la esperanza de los ancianos”, expresó el pintor Nestor Melani.
El Santo Cristo de la Grita se ve representado en numerosas imágenes que al igual que la talla original, surgieron de las manos fervorosas de sus feligreses: cuadros, esculturas, grabados y demás manifestaciones artísticas, expuestas en su propio museo, (ubicado al lado de la Basílica), para el disfrute de turistas y devotos.
El pintor Iván Contreras, quien hace parte de la junta Directiva de la Fundación Museo Santo Cristo de la Grita , manifiesta sentirse orgulloso de utilizar su pincel para plasmar a su patrono en distintas posturas y colores. Para este artista, el Santo Cristo, «representa la imagen más importante del occidente venezolano«.
Entre las ofrendas recibidas por el Cristo de rostro sereno se cuentan hermosas melodías, como el himno compuesto en su honor, en el que los fieles le cantan: «Santo Cristo del rostro sereno/De La Grita divino pastor/ Nuestra senda tu luz ilumine/Y al andar nos aliente tu amor».
Inspirado por la hospitalaria hermandad que se apodera de los tachirenses durante los días de agosto, el músico Freddy Duque, compuso: «el Posadero de mi refugiar».
En palabras de Duque, el Santo Cristo es el principal posadero de la grita «que nos cobija a todos en sus brazos, esa fue mi inspiración», puntualizó el músico.