El ministro de Desarrollo Social, Alberto Beltrame aseguró que el Gobierno que saldrá de las urnas en octubre próximo en Brasil deberá mantener como «políticas de Estado» las acciones de apoyo a los inmigrantes venezolanos.

En su opinión, la «tradición humanitaria» de Brasil impedirá que un nuevo mandatario acabe con los planes que ha puestos en marcha el Gobierno del presidente, Michel Temer, para mitigar la crisis abierta por la llegada de unos 60.000 venezolanos desde fines de 2016, según reseñó EFE.

Beltrame indicó que la situación generada por esa inesperada y masiva inmigración «ha entrado en el debate electoral» a nivel local en el estado de Roraima, la puerta de ingreso para los venezolanos y que en octubre elegirá también un nuevo gobernador.

Pero también reconoció que ha «contaminado» parte de la campaña para las elecciones presidenciales, en las que el asunto ha causado algunas polémicas, sobre todo por declaraciones del candidato de la ultraderecha Jair Bolsonaro, uno de los principales favoritos.

Bolsonaro sostuvo el mes pasado que Brasil «no puede ser un país de fronteras abiertas». Indican que el candidato dio a entender que cerraría las puertas a los venezolanos si llegase al poder y que concentraría a los que ya están en el país en «grandes campos de refugiados».

Según Beltrame, «el socorro humanitario no es una política sólo del Gobierno de Michel Temer, sino que es del Estado brasileño» y, por más inflamado que sea el debate electoral, no hay candidato que pueda cambiar eso.

Según Beltrame, las iniciativas adoptadas en favor de aquellos que huyen de Venezuela están respaldadas por una ley de inmigración aprobada durante la gestión de Temer, pero además existen «acuerdos internacionales suscritos por Brasil, que tienen que ver con la tradición humanitaria del país y de su sociedad».

El ministro reconoció que un eventual Gobierno de Bolsonaro, quien aseguran ha sembrado polémicas con reiteradas declaraciones de talante machista, racista, homofóbico y xenofóbico, podría, en función de las ideas que dice representar, «rechazar la inmigración».

Sin embargo, aseguró que «Brasil es un país en el que la mayoría de los ciudadanos es hija de inmigrantes» y es «un ejemplo clásico de la mezcla y del crisol de razas», que guían en parte toda la concepción de las políticas públicas.

Por eso mismo, Beltrame sostuvo que «aún sí un Gobierno quisiera cerrar la frontera (con Venezuela) chocaría con esa tradición» o incluso sería contenido por «mecanismos institucionales de control», como el Poder Judicial, que ya ha negado medidas de esa naturaleza.

Aunque Beltrame insistió en que «por más diversa que sea la orientación ideológica del próximo Gobierno, no cambiará mucho» la atención a los inmigrantes venezolanos, sí admitió que pudiera haber «cambios en cuanto a las prioridades», pero que no podrán alterar los «imperativos humanitarios» que guían la actual política.