Opinion

Verdades dolorosas… Ernesto García Mac Gregor

LOS COMUNISTAS CRIMINALES MUEREN

FELICES

Los mayores genocidas de la historia moderna (por razones ideológicas)
han sido realizados por comunistas. En primer lugar figura Mao, culpable de la
muerte de 78 millones. Empezó con la reforma agraria que provocó la hambruna
más pavorosa de la humanidad y después con su Revolución Cultural cuya
finalidad era acabar con todo vestigio de cultura, religión o familia y crear el nuevo
hombre socialista (como ocurre en Venezuela). Murió tranquilito.
Le sigue el sádico de Stalin, el de la “constitución más democrática del
mundo”, con 23 milloncitos. También murió feliz. Ni hablar de Pol Pot de
Camboya, quien sacó a toda la población de las ciudades y las llevó al campo,
donde los que habían recibido educación fueron asesinados y el resto convertidos
en “esclavos del Estado”. Sólo mató a dos millones porque la población total era
de siete. Murió en la selva, dicen que plácidamente.
Por esto lares, tenemos los asesinos exhibicionistas de Fidel, Raúl y el Che
ejecutando opositores frente a las ñatas de todo el mundo con gran algarabía,
cámaras, ruedas de prensa y todo (foto). Todavía en 1964 y en plena ONU, el Che
exclamaba jactanciosamente: “fusilamos, fusilaremos y seguiremos fusilando”.
Nadie hizo nada. Cuando el paredón ya no le divertía se fue a Bolivia a matar,
donde le dieron su “estate quieto” (foto). La imagen de este icono del comunismo
ha vendido más camisetas que ideas y ha hecho multimillonarios a los capitalistas
que las comercian.
Por su parte, el anticristo de Fidel, antes de irse a la quinta paila fue visitado
por el Papa en tres ocasiones, ¡Santo Cielo! Aunque si a eso vamos, Yasser
Arafat, creador del terrorismo mundial, ganó el premio Nobel de la paz. Bueno,
nosotros también poseemos rarezas. Nuestro dictador golpista, causante de esta
tragedia es venerado en un mausoleo sagrado, al tiempo que somos el único país
en el mundo con un dictador vivo sin partida de nacimiento y otro muerto sin
partida de defunción.

Lo cierto es que a todos estos comunistas verdugos les fue de lo mejor,
pero en cambio, los derechistas Marcos Pérez Jiménez, Pinochet, Fujimori y los
generales argentinos que mataron en defensa propia a unos cuantos guerrilleros
asesinos les cayó todo el peso de la ley y fueron a prisión. Que oiga quien tiene
oídos…