¿Tu corazón está apegado a las riquezas? El Papa Francisco te ofrece una ayuda
El Papa Francisco comenzó la semana con la Misa en la capilla de la Casa Santa Marta, donde lanzó una clara advertencia sobre el apego a las riquezas, que se convierte en “una idolatría”. Frente a este mal, aconseja hacer limosna y dar “a aquellos que tienen necesidad” pero no algo superfluo, sino algo que realmente cueste, una “privación”.
“No es posible servir a dos señores”, o se sirve a Dios o a las riquezas, dijo Francisco.
Comentando el Evangelio del día, dijo que Jesús narra la parábola de un hombre rico, “un emprendedor muy bueno” cuyas plantaciones “habían dado una cosecha abundante” y “tenía muchas riquezas”.
“Y en lugar de pensar: ‘Compartiré esto con mis empleados, con mis dependientes, para que también ellos tengan un poco más para sus familias’, razonaba: ‘¿Qué haré? Porque no tengo dónde guardar mi cosecha. Ah, haré así: demoleré mis almacenes y construiré otros más grandes’. Siempre más”.
“La sed del apego a las riquezas no termina nunca. Si tienes el corazón apegado a las riquezas –cuando se tienen tantas– quieres más. Y esto es el dios de la persona que está apegada a las riquezas”.
El Papa afirmó que el camino de la salvación son las Bienaventuranzas: “la primera es la pobreza de espíritu” y si se poseen riquezas son “para el servicio de los otros, para compartir, para ayudar a que la gente vaya adelante”.
El signo de que no estamos “en este pecado de idolatría” es hacer limosna y dar “a aquellos que tienen necesidad” y no dar lo superfluo, sino aquello que cuesta, “alguna privación”, porque quizás “es necesario para mí”.
“Esto es una buena señal. Esto significa que es más grande el amor hacia Dios que el apego a las riquezas”.
Francisco pidió entonces a los fieles hacerse tres preguntas: “¿Doy? Segunda: ¿Cuánto doy? ¿Como da Jesús, con la caricia del amor, o como quien paga un impuesto? ¿Cómo doy?”.
“Pero padre, ¿qué quiere decir usted con esto?”, puso a modo de ejemplo. “Cuando ayudas a una persona, ¿la miras a los ojos? ¿Le tocas la mano? Es la carne de Cristo, es tu hermano, tu hermana. Y tú en ese momento eres como el Padre que no deja faltar la comida a los pájaros del Cielo. Con cuánto amor da el Padre”.
“Pero padre, Él no se privó de nada…”. “Jesucristo, siendo igual a Dios, se privó de esto, se ‘abajó’, se hizo ‘nada’, y también Él se privó”.
El Pontífice explicó que Jesús “no está contra las riquezas en sí mismas” pero alerta con poner la propia seguridad en ellas haciendo de la “religión una agencia de seguros”.
En realidad, el apego al dinero divide como el Evangelio que narra la historia de “dos hermanos que pelean por la herencia”.
“Pensemos en cuántas familias conocemos que se han peleado, pelean, no se saludan, se odian por una herencia”.
“Este es uno de los casos. Lo más importante no es el amor de la familia, el amor de los hijos, de los hermanos, de los padres, no, solo el dinero, y esto destruye”, aseguró.
“También las guerras, las guerras que hoy vemos. Sí, existe un ideal, pero detrás está el dinero: el dinero de los traficantes de armas, el dinero de aquellos que se aprovechan de la guerra. Y esta es una familia, pero todos –estoy seguro– todos conocemos al menos una familia dividida así. Y Jesús es claro: ‘Pongan atención y aléjense de toda codicia: es peligroso’”.
Francisco recordó que la codicia “nos da esta seguridad que no es verdadera y te lleva tanto a orar –puedes rezar, ir a la Iglesia– pero también a tener el corazón apegado, y al final termina mal”.
“Pidamos al Señor –dijo al terminar– la gracia de estar libres de esta idolatría, el apego a las riquezas, la gracia de mirarle a Él, tan rico en su amor y tan rico en su generosidad, en su misericordia; y la gracia de ayudar a los otros con el ejercicio de la limosna, pero como lo hace Él”.