Marianella Salazar: La derrota estrepitosa
Lo que pasó el domingo es muy distinto de lo sucedido en abril de 2013, cuando el CNE se apresuró a proclamar a Maduro como presidente electo (sin partida de nacimiento), en medio de protestas de la oposición y del candidato Capriles Radonski, que exigían contar los votos. Muchos estamos convencidos de que allí hubo fraude. Siempre ha habido fraude. Esta vez, la diferencia ha consistido en el invalorable apoyo de la comunidad internacional, donde destacan el grupo de ex presidentes que nos acompañó el 6-D, los parlamentarios de Brasil, Chile, Estados Unidos, la Unión Europea –entre otros–, la Iglesia Católica y la incansable gira que emprendieron la familia López y Mitzy Capriles de Ledezma; el trabajo de concientización internacional de María Corina Machado, los exiliados políticos, las ONG y los periodistas. Ha sido la Comunidad Internacional con su presencia in situ –con o sin credenciales– la que puso freno a las fraudulentas artimañas del CNE. El mundo estuvo muy atento en este proceso electoral. Fue vergonzoso el papel de Leonel Fernández y la Unasur al enmudecer ante las flagrantes violaciones de la ley realizadas por el gobierno, la inaceptable censura a los medios y la extensión sospechosa e ilegal del CNE al extender el cierre de las mesas, como sucedía en elecciones pasadas cuando se fraguaban fraudes con una avalancha de votos chimbos.
En esta oportunidad no fue posible gracias a los ojos del mundo que estuvieron vigilantes ante tantas vagabunderías. La proporción mayoritaria de la oposición ha venido in crescendo desde el referéndum revocatorio de 2004, que fraudulentamente ratificó a la dictadura chavista. Este domingo ocurrió el milagro: ¡aparecieron nuestros votos! Esos que antes desaparecían y nos convencían de que no existían.
Maduro en su derrota
La debacle sufrida por el régimen es realmente estrepitosa. Nicolás Maduro se dirige al país como jefe de un partido político en extinción, echando la culpa de su derrota a una imaginaria guerra económica y negando el triunfo de la oposición. Ignora las causas de su fracaso: miles de muertos, la delincuencia desbordada, la ruina, el desabastecimiento, las humillantes colas, la corrupción y el éxodo inaudito de venezolanos.
Maduro se encamina hacia el inminente fin de su régimen y al entierro del chavismo, destinado a desaparecer o a dividirse en organizaciones políticas minoritarias, que tratarán de sobrevivir, como ocurrió con su precursor, “el chiripero”. La renuncia de Maduro ahorraría al país el tiempo y los recursos para la reconstrucción inmediata, pero es improbable que lo haga.
Por ahora, el gobierno evalúa la papa caliente de los presos políticos, símbolo del odio chavista, pues ante la inminente Ley de Amnistía, su liberación para Navidad crecería a Maduro en su derrota, sobre todo hacia la guerra interna que recrudece en el chavismo. Queda en manos de la MUD dirimir su posición en cuanto a la convocatoria de un referéndum revocatorio, previo a una designación de los rectores del CNE y del TSJ, y la definición del candidato que se convertirá en el próximo presidente de la República. El narcorrégimen está muy débil y la MUD está en su momento de exigir.
Tic tac
Es falsa la versión de un enfrentamiento sobre el resultado electoral entre Diosdado Cabello y el ministro de la Defensa, Vladimir Padrino López. El ministro sintió la presión en el seno de la Fuerza Armada, dispuesta a evitar que se consumara un fraude electoral y hacer cumplir la Constitución. Estaba convencido de que la respuesta sería una rebelión que traería como consecuencia un baño de sangre que lo salpicaría. Lo que hizo fue cumplir con su deber y salvar el pellejo.