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FÁBRICA DE VAGOS. Verdades dolorosas . Ernesto García Mac Gregor

Desde tiempos de la Conquista, era conocida la proverbial flojera del indio, a lo

que Andrés Bello llamaba, la indolente ociosidad de los naturales, actitud explicada

porque el modelo laboral-económico del nativo era y sigue siendo muy diferente al

europeo. Se laboraba en común con y para la tribu, no con fines de lucro. Para ellos no

había incentivos económicos porque así como estaban, estaban bien. Esa fue una de

las causas por la cual se trajeran en compensación los esclavos negros africanos.

Como complemento a esta desidia innata, estaba la actitud de desprecio hacia

los trabajos manuales de los conquistadores, quienes se consideraban nobles y

juzgaban el trabajo físico como oficio vil. Con el proceso de mestizaje, ese prestigio al

ocio se homogeneizó en la población. La minoría blanca no trabajaba y la mayoría

parda vivía al día.

A la falta de iniciativa se le agregó la benevolencia del clima tropical. Sin

inviernos de que guarecerse, con los frutos bajitos y cuantiosos todo el año, con los

materiales para la construcción del bohío abundantes en la naturaleza, no había razón

para esforzarse.

La aparición del petróleo nos convirtió en una nación rica sin exigir ningún

esfuerzo laborioso por parte del venezolano. Como no sabíamos explotar la riqueza,

nos buscamos quien lo hiciera por nosotros sin tener que experimentar la pasión que

engendra el vencimiento de los obstáculos naturales mediante el trabajo y la destreza.

Por su parte el populismo creó las bases para la vagancia colectiva, y la

burocracia innecesaria hizo del hastío una ocupación. Pero con la inmigración europea

de los años 50, se forjó una clase trabajadora que nos puso a valer hasta que llegó el

chavismo. Le robó todo a esta especie productora y la hizo emigrar, al tiempo que

ocasionó la fuga de cerebros e impulsó la holgazanería masiva.

Las misiones, el reposo por embarazo y vacaciones interminables, las

pensiones, el recorte de la jornada laboral, los dos días libres semanales, los

bachaqueros, las elecciones anuales, los días y hasta semanas enteras de asueto por

decreto, los días de júbilo y de duelo. Todo en un país en pleno desarrollo que lo que le

hace falta es precisamente trabajar. Que oiga quien tiene oídos…