Parece que llegó la hora de tragarse el sapo
La gente se escandaliza en Venezuela por cualquier pendejada. Arturo Sosa, el papa negro de los jesuitas, dice una verdad del tamaño de una catedral —el lugar común es ex profeso— y comienzan las especulaciones. Todo es sospechoso, muy difícil de discernir. La política la inventó el diablo. Maquiavelo nos da la bienvenida como en Facebook.
¿Qué fue lo que dijo Arturo Sosa? Lo siguiente: “Ni el gobierno ni la oposición tienen un plan para salir de la crisis”. Blasfemia. Horror. Mentira. Hágame el favor. ¿Pero tienen o no el plan? Claro que no lo tienen. Por una sencilla razón. Ni el gobierno ni la oposición pueden sacar al país de la crisis por separado. Necesita llegar a un acuerdo, que les permita trabajar en conjunto. Se acabaron los tiempos de Chávez. O mejor dicho se acabó el petróleo a 120 dólares el barril. Se acabó la renta que podía financiar cualquier locura.
Imagen del video de la Conferencia en Medellìn |
Sosa, ya lo había dicho en 2014, mientras #La Salida se desinflaba en la Calle Elice de Chacao. Lo dijo en Medellín. Sus correligionarios colombianos lo escuchaban con suma atención.El video está colgado en YouTube. También dijo —y lo volvió a repetir ahora— que había que “tender puentes”. Había que dialogar. Negociar. Pactar. Buscar puntos de encuentro. Nicolás Maduro dijo que si tenía que hablar con el mismísimo diablo, lo haría, en 2016, en 2017 o en el 2000nunca. Pero parece que nadie quiere sentarse con un interlocutor de carne y hueso al otro la
do de la mesa. Quieren sentarse con un fantasma que los escuche y desaparezca.
Lo bueno de esta situación es que todo es primario, elemental mi querido Watson. Sería divertido si esta sociedad no estuviera “herida política y socialmente”, como lo dijo Arturo Sosa en Medellín. Hemos llegado al punto donde la vergüenza, el dolor social y la ausencia de las formas democráticas alcanzan el punto de ebullición. No voy a caer en la ingenuidad de hacer un inventario. Sólo voy a decir que la infamia ha sido la marca, tanto del gobierno como de la oposición.
¿Qué Nicolás Maduro merece ser revocado? Que se lo pregunten a la gente de Marea Socialista. Ese no es el punto. El punto es la crisis que atraviesa a este país en todos los órdenes. Y que sólo se puede enfrentar creando las condiciones para que eso sea posible. Lo que de antemano —y es bueno advertirlo— no garantiza el éxito.
El país está en la carraplana. PDVSA está quebrada. En las bóvedas del Banco Central de Venezuela no hay reservas internacionales. Venezuela es un mendigo. Si tocamos la puerta del FMI, será con una mano adelante y otra atrás. Dejemos de regodearnos en el pantano, en nuestras propias miserias. Ya que hemos perdido la dignidad, seamos sinceros.
El único plan para superar la crisis es sentarse en la mesa. Que los diablos dejen de ser tan diabólicos como suelen presentarse ante los medios, en las calles, en el espacio público, que se conviertan en lo que son: unos políticos que puedan recuperar la política. ¿Qué significa esto? ¿Un gobierno de unidad nacional? ¿Un acuerdo para impedir la disolución de la república? Puede ser, porque lo que está en juego es la soberanía de Venezuela.
Si estos señores se van a sentar a la mesa, con un mínimo de honestidad, tendrían que pedir el único plato disponible en estos tiempos de escasez: los sapos que unos y otros se tienen que comer. El PSUV tendría que renunciar a los dogmas de la revolución bolivariana, a su férreo intento de imponer un modelo totalitario, al estilo de la dictadura comunista de Fidel Castro. Tendría que dejar de reprimir. Abstenerse de poner presos a quienes piensan distinto. Observar las vías que señala la Constitución para resolver los conflictos y allanar el camino para restablecer el equilibrio de poderes, sin el cual no hay juego democrático.
La oposición tendría que dejar de mentir. Porque es una soberana mentira decir que <si sale Maduro, el país se va a recuperar rápidamente>. ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Con qué? ¿Con los valiosos activos que estás en los centros industriales improductivos? ¿Alguien ha hecho una evaluación de esos activos? ¿Se han puesto a pensar que podrían ser unos cachivaches inservibles? Son 20 años de desidia y de desfase tecnológico. Son 20 años donde la lógica esfuerzo-logro se han pervertido, bajo una ideología que aborrece la capacidad del individuo.
Juan Bimba, como también lo dijo Arturo Sosa en Medellín, pregunta ¿Cómo quedo yo en ese arreglo? Pero lo hace apegado a la cultura rentista. A mí nadie me va a exigir contraprestación de ningún tipo. Reparte bien, porque lo mío es lo mío. Eso se acabó. Hay que darle la mala noticia a Juan Bimba, como se lo dijo el ex presidente Herrera a los empresarios a comienzos de su gobierno. “Regalado de murió”. Sí, es cierto. Se murió para todos los venezolanos, sin distingos sociales.
Este es el punto. ¿Pero para qué vamos a mencionar la soga en la casa del ahorcado? Sigamos anclados en el pensamiento mágico. Por eso nadie arriesga, nadie se atreve, nadie se mueve. Decir, de la boca para afuera, que no va haber revanchismos, ni cacería de brujas. Eso es políticamente correcto. Mejor seguir, como lo dijo Ana Teresa Torres en <el vale todo, vale nada>. Señores de la política, pónganse de acuerdo. Háganle ese servicio al país. La otra opción ya saben cual es, un río de sangre.