Juicio a los sobrinos Flores en NY: Mi experiencia, por Jusquifabio Flores
Apenas tenía una semana y media trabajando para Caraota Digital como corresponsal en la ciudad de Nueva York cuando recibo una llamada de un periodista de Washington D.C., alertándome sobre el arresto de dos personas muy importantes para el Gobierno de Venezuela que habían sido detenidas en una isla del Caribe por el delito de narcotráfico.
Casi simultáneamente recibí una llamada de uno de mis jefes con la misma información, de inmediato a mover contactos para saber quiénes eran esos dos personajes, hasta ese instante sin nombres.
Efraín Campo Flores y Franqui Francisco Flores de Freitas, sobrinos de la pareja presidencial venezolana, resultaron ser los dos hombres que fueron arrestados en Haití y trasladados a Estados Unidos. Ambos serían presentados en la Corte Federal Sur de Nueva York ubicada en el Bajo Manhattan el 12 de noviembre de 2015. Ese día fue intenso, mi primera vez en una Corte Federal estadounidense cubriendo un hecho como periodista. Llegué a la una de la tarde porque según me habían informado, la presentación sería a las dos en punto.
Un sistema de seguridad agresivo me impidió entrar con la cámara, el grabador y el teléfono, los cuales me fueron confiscados a la entrada y se me entregó una tarjeta que debería presentar a la salida para que estos dispositivos me fueran devueltos. Una vez adentro comenzó el vía crucis de conseguir la sala donde se realizaría el acto de presentación. Al entrar al salón noté que el mismo estaba completamente lleno y logré ubicarme en un banco ubicado junto a la pared trasera de la sala.
A las dos de la tarde en punto el Juez Cott ocupó su lugar en el estrado y pidió que comenzara el acto de presentación y se le permitiera el paso a los acusados. Un hombre entró esposado y se le leyeron los cargos, no se trataba de los sobrinos Flores. Así fueron pasando varios acusados de distintos casos, la mayoría narcotráfico, pero Efraín y Franqui no eran llamados.
A las 5 de la tarde entraron a la sala los sobrinos Flores, vestidos de civil; se veían como perdidos pero tranquilos, miraban a su alrededor mientras se les leían los cargos. Este proceso no duró ni diez minutos, fueron escoltados a la salida del salón y trasladados al Metropolitan Correctional Center de Nueva York, prisión de máxima seguridad ubicada a pocos metros de la Corte Sur. Su traslado se hizo de manera subterránea ya que ambos edificios están comunicados por debajo de la tierra.
Cambios de abogados, prórrogas, citaciones, solicitudes, rechazos, audiencias y días enteros buscando información sobe el tema, caracterizaron los doce meses siguientes al arresto. Aprender la terminología en inglés de las leyes estadounidenses fue un gran reto que me tocó afrontar. Me reuní con abogados, con conocedores de este tipo de casos y hasta me hice amigo de una de las señoras encargadas de la limpieza de la Corte Federal Sur de Nueva York.
Muchos medios utilizaron y utilizan una palabra para referirse a ellos la cual nunca me gustó. En una llamada a la jefatura de Caraota Digital ellos también me expresaron que ese término no era ético ni profesional y por esta razón desde el principio de este caso nos referimos a Efraín Campo Flores y Franqui Francisco Flores como “los sobrinos Flores” y nos hemos mantenido objetivos con la información durante todo este tiempo.
En estos doce meses parte de mi vida se enfocó en entrar a la página web del sistema de Justicia de Estados Unidos, el cual da acceso a los archivos de todas las Cortes Federales del país; para ello me tocó abrir una cuenta y colocar una tarjeta de crédito porque cada vez que abro un documento se me carga una cantidad a la tarjeta. Cada página que veo o imprimo tiene un costo de 10 centavos de dólar y el total es cargado al final de cada mes. Esta herramienta es sumamente necesaria y con ella he podido también tener acceso a la Corte donde está el caso del expresidente de la Federación Venezolana de Fútbol Rafael Esquivel, y al caso que se sigue en una Corte Federal de Houston a unos exdirectivos de Pdvsa.
Tras pasar la puerta principal de la Corte Federal Sur se encuentra en el lobby una gran estatua de un rey mitológico (la próxima vez que la vea les prometo averiguar de quién se trata), y detrás de él dos áreas de ascensores, una de seis elevadores que llegan hasta el piso 10 y la otra de 8 elevadores que van del piso 11 en adelante. Esta segunda hilera hace una parada en el piso ocho donde se encuentra el cafetín de la Corte.
Tal y como estaba previsto por el juez Paul Crotty, el juicio a los Sobrinos Flores comenzó el siete de noviembre de 2016 y en su primera semana han sido muchas las experiencias y anécdotas que me han tocado vivir, algunas graciosas, otras no tanto, pero todas aleccionadoras. El primer día la sala estaba completamente llena y gracias a unos colegas logré un asiento en la primera fila de tres que fueron reservadas para la prensa. Al entrar a la Corte el personal de seguridad solicita una identificación válida y luego uno pasa a un área donde, al igual que en todos los aeropuertos del país, te requisan por rayos X y se pasa a través de un detector de metales. Lo único diferente a los terminales aéreos es que no hay que quitarse los zapatos, pero hasta la correa debe ser entregada al personal de seguridad para su revisión.
De acuerdo a la cantidad de dispositivos que tengas se te entrega una ficha como la de los casinos y el color determina la cantidad de aparatos. Un aparato: Ficha naranja, dos: Ficha verde, tres: Ficha azul, cuatro: Ficha roja, cinco o más: Ficha negra. Siempre recibo la ficha azul con la cual me traslado a otra área de seguridad donde la entrego junto con mi teléfono celular, el iPad y el micrófono con el taco deCaraota Digital. Luego me dirijo a la zona donde están los ascensores y en el camino me coloco mi identificación como Corresponsal antes de llegar al piso 14.
En este piso hay cuatro salas en cada esquina del edificio identificadas con las letras A, B, C y D; el 14C es donde se lleva a cabo el juicio a Efraín y Franqui. Dos grandes puertas de madera, un corto pasillo y dos puertas más deben ser transitados antes de entrar a la sala. Todas las paredes, bancos, escritorios y hasta el techo están elaborados en madera pulida, un tercio del espacio es para el público y los otros dos tercios para el Juez, Jurado, Defensa, Fiscalía, Acusados, personal de la Corte y traductores. Estas dos áreas están separadas por una cerca de manera de alrededor de un metro de altura y que tiene dos mini puertas, una al centro de la sala para entrada y salida del personal que trabaja en el juicio y testigos, y una a mano derecha que solo es utilizada por el Jurado.
El personal de seguridad que en un principio se mostraba muy serio, ya me sonríe y no me pide identificación al entrar. “It’s OK, I know you”, me dijo uno de ellos la última vez que fui a cubrir el juicio, otro me preguntó si era parte de algún Jurado y al decirle que soy periodista me preguntó de cual medio; por primera vez pude mantener una charla con uno de ellos por más de un minuto. La empleada que recibe mis dispositivos para guardarlos mientras entro en el recinto ya me sonríe con cariño, y la cajera del cafetín cuando me ve me saluda en español y me dice cuando el café está fresco y recién hecho.
Los personajes que conforman el juicio también tienen sus características particulares. El Juez es un hombre de edad, canoso y siempre con el mismo rostro, no gesticula para nada. Es fuerte en sus intervenciones y de vez en cuando regaña a la Defensa y a la Fiscalía cuando siente que algo no va al ritmo requerido. La empleada que transcribe lo que sucede es una mujer de unos 45 años: Delgada, alta y camina como una modelo. Siempre en sus brazos cargando “la máquina de escribir” y muy bien vestida. El Fiscal Preet Bharara solo asistió el primer día y dos fiscales se han encargado hasta ahora de la parte acusadora.
Estos fiscales son dos hombres delgados, siempre impecablemente vestidos y suelen dejarse ver en los pasillos juntos: no hablan ni saludan a nadie. Los abogados de la Defensa son cuatro hombres y dos mujeres; Jackson suele sonreír, pero Rody nunca lo hace. Las dos mujeres miran con desprecio a la prensa y siempre van vestidas como ejecutivas, de falda y tacón alto. El Jurado es super heterogéneo, procuran no mirar a nadie a los ojos cuando entran y salen de la sala; ellos tienen un área especial donde comen y discuten, tienen prohibido hablar con nadie y deben cumplir con todo lo que se les pide, corren el riesgo de ser encarcelados si no siguen las instrucciones del juez entre las cuales está no hablar con nadie sobre el caso y tampoco investigar por su propia cuenta.
Los traductores son un hombre y una mujer que se van turnando el trabajo, los únicos en la sala que cuentan con audífonos en la sala son los sobrinos Flores y en el público la esposa de Efraín, la novia de Franqui y una tercera mujer que siempre las ha acompañado. Igualmente, en el público ha destacado la presencia de funcionarios del FBI, ellos van y vienen; solo una mujer de ese servicio de inteligencia ha asistido a todo el proceso desde el principio, una mujer seria como de 35 años que siempre me regala una ligera sonrisa cuando nuestras miradas chocan.
Cuatro chicas periodistas y yo hemos asistido todos los días que van del juicio. De vez en cuando aparecen los comunicadores de agencias tales como la France-
Los interrogatorios en ocasiones parecen un contrapunteo de preguntas y respuestas rápidas, debo centrar la atención en un 100% para no perderme de nada. Escuchar todo en inglés, prestar atención a los videos y fotografías que se presentan, captar cualquier gesto de alguno de los protagonistas, anotar en la libreta y procurar que nada se me escape entre las 9:30 de la mañana y 4:30 de la tarde ha sido un verdadero reto para mi como periodista. Salgo agotado y corro hasta la estación del tren del puente de Brooklyn para llegar lo antes posible a mi casa, comer cualquier cosa y sentarme a redactar todo lo ocurrido en el día. El jueves, minutos antes de culminar la sesión del día, mi libreta se terminó y lo más gracioso fue que terminé anotando en el cartón al final de la libreta.
Procuro anotar hasta el más mínimo detalle, porque quiero darle a mis lectores de Caraota Digital la impresión de que están allí adentro, conmigo, siendo testigos de este juicio pocas veces visto en una Corte Federal. Un colega periodista me comentó que en 16 años cubriendo casos de narcotráfico en Estados Unidos, era su primera vez en un juicio, ya que, según me explicó, siempre los involucrados negocian con el Gobierno.
Este lunes continuará este proceso y ya estoy listo (y con una libreta nueva con muchas páginas) para anotarlo todo y llevarle a los lectores de Caraota Digital todos los detalles del juicio a los sobrinos Flores, eso sí siempre con la información directo al grano.
Via Caraota Digital