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“Tengo miedo de que me vaya y el equipo quede campeón”

El Estadio Universitario se convirtió en un universo de dos mundos durante la noche del martes. Estaba el planeta de quienes festejaban. De los que alzaban sus brazos en señal de victoria y recibían el glorioso baño del champán. Esos eran los Cardenales de Lara y sus fanáticos. Y existía el sombrío orbe habitado por Tiburones de La Guaira y sus seguidores. Allí no había vistas al cielo, ni gritos de júbilo. El lenguaje común era el silencio.

El clubhouse escualo era el núcleo del planeta. Los que estaban allí se movían bajo el mute impuesto por la derrota ante los crepusculares y la imposibilidad de alcanzar la final de la temporada. Solo los pasos del manager Oswalo Guillén quebraron la afonía del ambiente. El hombre se sentó, luego de darles un meeting de 15 minutos a sus peloteros caídos en la semifinal.

“Desde octubre el equipo fue batallador. Pasamos altas y bajas, por eso me reuní con ellos porque quiero que se  sientan orgullosos, sé que dieron todo en el terreno”, dijo el piloto. “Sé que muchos fanáticos van a decir que la culpa fue de este o de aquel, si a eso vamos yo soy el culpable. No es ni Jorge Velandia (gerente deportivo) o Francisco Arocha (presidente). Creo que todos trataron de hacer lo mejor. Tuvimos un equipo que batalló y estoy agradecido por eso”.

Aunque Guillén absorbe la responsabilidad de la eliminación, los números muestran las razones. Los salados tuvieron el peor cuerpo de lanzadores de la postemporada, pues en 106.0 innings aceptaron 90 carreras limpias, para una efectividad de 7.64 y un WHIP (el promedio de hombres que se embasan por inning) de 2.038.

“De los hombres que trajimos por draft solo una lanzó mal (el zurdo Kramer Sneed, que solo trabajó un tercio. Pero Danry Vásquez, Henry Podríguez, Raudel Lazo y Luke Irvine jugaron muy bien”, argumentó Guillén.

“Obviamente enfrentamos a un equipo excepcional que jugó mejor que nosotros. Ellos lograron dar los hits oportunos, nosotros bateamos mucho para doble play y se nos cayó el bullpen durante dos juegos”.

Hay mucha posibilidad de que no sea la última vez que Guillén declare con la chaqueta de Tiburones puesta. Se adaptó al aire que se respira en la caverna salada, así que dejó abierta la puerta para regresar la campaña que viene a su puesto de mando.

“Hasta ahora regreso. Claro, hablaré con Velandia y los dueños para ver la posibilidad. Siempre tengo miedo de que me vaya y el equipo quede campeón”, comentó Ozzie. “Si es por el deseo estoy seguro de regresar y eso que fue un año duro, pero yo lo sabía. Mi familia está contenta de que yo sea el manager de La Guaira”.

¿Comienza el trabajo? Ayer la paz del sepulcro reinaba en la organización. Lo normal después cuando llega el final de una temporada. Sin embargo, eso no iba a durar mucho tiempo. La gerencia y el cuerpo técnico tienen planeada una reunión en los próximos días para hacer el balance de la zafra y evaluar el posible regreso de Guillén.

“Eso es lo que queda, hablar. Buscar las cosas que hay que mejorar, que seguro que hay muchas”, expresó el estratega. “Nuevamente, me tomo el 100% de la responsabilidad de esto, sin ninguna duda. Aquí todos los peloteros iban para adelante y lo demostraron en el terreno. Es un equipito batallador”.

La Guaira en números

En lo que a números respecta, Tiburones de La Guaira no fue un equipo malo, aunque tampoco bueno. Siempre estuvo a la mitad de la tabla. Su pitcheo en la ronda regular ocupó el quinto puesto con 4.34 de efectividad global, mientras que el bateo estuvo en el cuarto lugar con .276 de promedio. Los lanzadores desmejoraron en la postemporada a tal punto que dejaron 7.64 de efectividad en 106.0 innings. El relevo fue el peor con 8.17 por 6.80 de los abridores.