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Presidente Santos sobre García Márquez: «Gloria eterna a quien más gloria nos ha dado»

 México, la patria adoptiva de Gabriel García Márquez, le ofreció el lunes un primer y emotivo homenaje ante su familia y el presidente de Colombia, en el que irrumpió la música popular que apasionaba al Nobel para restarle solemnidad.

En el majestuoso palacio de Bellas Artes, decenas de invitados rompieron en un largo y cerrado aplauso a la entrada de la viuda de García Márquez, Mercedes Barcha, y sus dos hijos, con las cenizas del novelista.

Las cenizas descansaban en una urna de madera que fue colocada en el centro de la sala sobre un atril rodeado de flores amarillas, el amuleto de García Márquez contra la mala suerte, que estuvo en todos los rincones del palacio y en muchas solapas.

Mientras los invitados se turnaban para formar guardias de honor ante la urna, a su alrededor circulaban los miles de admiradores del colombiano que hicieron fila durante horas fuera del palacio para despedirse del genio adoptivo de México.

«Los mexicanos lo quisimos y lo habremos de querer siempre (…) Lo despedimos con la alegría de su vida y la emoción de sus libros, convencidos de que García Márquez se queda entre nosotros», aseguró el presidente Enrique Peña Nieto en su breve discurso.

En un inusual gesto, dos presidentes se unieron para celebrar a este escritor de talla universal, que se convirtió en el alma literaria de América Latina del siglo XX.

«Venimos a dejar testimonio de que Gabriel García Márquez es el más colombiano de los colombianos, que sigue vivo y seguirá vivo en sus libros y sus textos. Pero sobretodo vivirá para siempre en las esperanzas de la humanidad», afirmó el presidente Juan Manuel Santos, que viajó acompañado de varios ministros y el expresidente César Gaviria (1990-1994).

García Márquez, que tuvo otra nacionalidad que la colombiana pero llamaba a México su «otra patria distinta», vivió en las últimas décadas en la capital mexicana y allí encontró la estabilidad para escribir la mayor parte de su obra literaria, incluida su novela mayor «Cien años de soledad» (1967).

Sentada en la primera fila vestida completamente de negro, Barcha recibía los pésames mientras sonaban las piezas de música clásica que ella misma contribuyó a seleccionar para quien fue su esposo durante 56 años.

Sonaron melodías de Bartók y Beethoven interpretados por un cuarteto de cuerdas pero también irrumpieron por un momento los ritmos de cumbia y el vallenato de la costa colombiana que trajeron un trío con acordeón, caja, guacharaca y sombreros «vueltiao».

La aparición alegre del grupo contagió a los asistentes. Algunos de ellos aplaudieron de pie y otros hasta se marcaron unos breves pasos. La música que siempre empujaba al baile el Nobel caribeño logró arrancar una sonrisa a su viuda y a sus hijos: el director de cine Rodrigo García y el diseñador Gonzalo García.

La familia de García Márquez ha vivido un luto privado desde el fallecimiento del autor el pasado jueves a sus 87 años, y recibió en su vivienda a muy contadas amistades.

Gabo nos deja «la esperanza» 

A la cabeza de los invitados de Bellas Artes estuvieron Carmen Balcells, la legendaria agente literaria de García Márquez; así como el veterano periodista mexicano y amigo personal Jacobo Zabludovsky, y el director de la fundación de periodismo de García Márquez, Jaime Abello.

Barcha también recibió el consuelo de las viudas de otros dos grandes de la literatura latinoamericana: Carmen Miracle, quien sobrevive al recientemente fallecido escritor colombiano Álvaro Mutis; y Silvia Lemus, quien vive la ausencia del mexicano Carlos Fuentes.

Los seguidores que iban ingresando al palacio, algunos de ellos luciendo banderas y camisetas de Colombia, eran apremiados para que no se mantuviesen mucho tiempo haciendo fotografías o videos.

Pese a todo, centenares de personas se tuvieron que quedar en el exterior cuando el palacio cerró sus puertas y pudieron presenciar, al concluir la ceremonia, el lanzamiento de miles de mariposas amarillas de papel como las que revolotearon en un clásico pasaje de «Cien años de soledad».

«Me gustaría darle las gracias por el gusto que me dio la lectura. Y así como nos dio ‘Cien años años de soledad’ en una historia, que nos sobreviva cien años más en el corazón», dijo a la AFP Joseline López, una venezolana de 21 años que estudia medicina en México.

«Gabo deja a la humanidad el legado de sus obras, que es de por sí formidable (…) pero antes que nada nos deja la esperanza, la tarea, la determinación de unirnos por el bien de nuestros pueblos», recalcó Santos.

«Gabo se lo dice a Colombia y al mundo: no estamos condenados al mal», dijo el presidente, que ha destacado el empeño que puso siempre García Márquez para que se alcance la paz en Colombia.



Colombia y Aracataca esperan a su Nobel 

Al término de la ceremonia, la familia agradeció el homenaje en un comunicado firmado por Mercedes, Gonzalo y Rodrigo.
Lo más conmovedor «ha sido la infinidad de gestos, comentarios y mensajes de admiradores y lectores del mundo entero», que expresaron «su amor por Gabo más allá de la tristeza de perderlo. Nos han hecho sentir que no lo han perdido sino ganado para siempre, y que les pertenece a ellos», expresaron en el comunicado.

Los homenajes continuarán el martes en Bogotá, donde el propio Santos encabezará una ceremonia solemne en la Catedral Primada de Bogotá.

Colombia sigue a la expectativa de la decisión de la viuda e hijos de García Márquez sobre el destino final de sus cenizas.

Los restos podrían dividirse entre México y algún lugar de su país como su natal Aracataca, cuyos habitantes celebraron este lunes un funeral simbólico a la memoria de quien convirtió a este humilde pueblo caribeño en un legendario Macondo.