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Pronostican que la malaria será imparable: casi un millón de casos para 2017

En el Día Mundial del Paludismo, la malaria tiene tomados 16 estados de Venezuela. Zonas como los Valles del Tuy, en Miranda, y los estados Vargas, Aragua y Nueva Esparta han vuelto a padecer la enfermedad que ya había sido erradicada. La falta de medicamentos potencia los riesgos.

Milennis Carrasco no sabe cómo pero se contagió con malaria. La sede de Malariología de El Cementerio y el Laboratorio de Malariología del Ministerio de Salud que está en la Universidad Central de Venezuela coincidieron en el diagnóstico.

La situación de Carrasco no es del todo extraordinaria en un país en el que en 2016 se produjeron 242.976 casos de paludismo, una cifra histórica nunca antes vista en Venezuela. Lejos de retroceder, en el primer trimestre de 2017 ya se cuentan 61.737 casos, de acuerdo con información no divulgada por el Ministerio de Salud.

El caso, sin embargo, es extraordinario. La infectada no vive en una zona de alta transmisión, sino en el kilómetro 3 de El Junquito, a donde los mosquitos Anopheles no llegan, por la altura.

Milennis, de 31 años de edad, es licenciada en enfermería. El 8 de enero dio a luz a su segundo hijo en la Clínica Las Ciencias, en Los Chaguaramos, Caracas. Luego de parir cumplió con la cuarentena en su casa en El Junquito. “Al día 42 me empezó la fiebre. Me dicen que donde yo vivo no hay malaria, peo no sé entonces cómo me contagié”, cuenta a El Estímulo.

Los escalofríos, los dolores abdominales, la fiebre y la tensión baja daban signos clínicos a los médicos para pensar que podía tratarse de paludismo. Sin embargo, luego de 55 días con fiebre, y tras dos semanas hospitalizada en la Clínica Attías la diagnosticaron primero con dengue hemorrágico y luego con lupus eritematoso, pues los exámenes de descarte daban negativo a malaria.

“Me querían hacer una biopsia, un raspado de médula porque creían que era algo más grave, porque me trasfundieron 4 veces y no se me pasaba lo que ellos pensaban que era anemia. Pero era que los parásitos se estaban comiendo los glóbulos rojos”, dice la mujer. Sus conocimientos en enfermería la hicieron desconfiar del veredicto médico y la llevaron hasta Malariología en El Cementerio y luego a la UCV, donde le dieron el tratamiento correcto.

Aunque por error, el plaquinol que le recetaron para tratar el lupus terminó por salvarle la vida: es un medicamento derivado del antimalárico cloroquina.

“Cuando le conté al médico en el Laboratorio de Malariología me dijo que no podía creer que estuviera caminando. Me da miedo que no me diagnosticaron a tiempo. El hígado tiene al menos 5 centímetros de inflamación y también tengo el vaso inflamado”.

Milennis es la única de su familia, e incluso de la zona, que ha presentado síntomas de malaria, por lo que varias hipótesis pudieran explicar su contagio: la primera es que haya mosquitos Anopheles capaces de resistir la altura (normalmente viven a un máximo de 800 metros sobre el nivel del mar), como se ha demostrado en algunos trabajos científicos, y que la hayan picado en El Junquito; la segunda es que Milennis pudiera haberse contagiado en el centro de salud en el que dio a luz; o que incluso se trate de paludismo inducido no vectorialmente, a través de agujas infectadas con el parásito.

En cualquier caso, los médicos no estaban preparados para encontrarse con un caso de infección por malaria en plena capital de Venezuela.

“Esto indica la falta de conciencia, de conocimiento, la ignorancia de los médicos que no piensan en paludismo porque el paciente no viene de un área palúdica. Es necesario rehacer los mapas de paludismo en Venezuela porque hay entre 16 y 18 estados en alarma o en epidemia por la enfermedad”, advierte José Félix Oletta, ex ministro de Salud y miembro de la Sociedad Venezolana de Salud Pública.

Las zonas de transmisión se multiplican

 

Al Laboratorio de Malariología de la UCV todos los días llegan pacientes contagiados en lugares en los que la enfermedad ya había sido erradicada. “La semana pasada, por primera vez, vi un paciente de Chuspa, estado Vargas. De los Valles del Tuy atendemos personas todos los días, un sitio en el que teníamos 50 años sin transmisión de la enfermedad”, dice a El Estímulo Oscar Noya, coordinador del Centro para estudios de Malaria.

Noya calcula que este año se tripliquen los casos totales de malaria que se registraron en 2016 y lo atribuye a varios factores: la crisis económica que lleva a personas ajenas a ir a las zonas epidémicas para optar por la minería ilegal, la explotación del Arco Minero que expondrá a la enfermedad a individuos susceptibles, y la falta de medicamentos para cumplir con los tratamientos.

“Tenemos escasez de medicamentos, particularmente en Bolívar. Eso genera mercado negro, pero también tratamientos incompletos que hacen que se produzca resistencia a los medicamentos”, indica Noya.

Oletta completa: “A pesar de los esfuerzos de 2016, desde hace tres semanas está agotada la primaquina y la cloroquina. Por lo tanto, muchos pacientes no serán tratados o insuficientemente tratados, por lo que se pueden esperar recaídas, casos complicados y casos mortales”.

La solución al desabastecimiento de estos fármacos no es tan complicada. La Sociedad Venezolana de Salud Pública calcula que con 3.989.940 dólares pueden comprarse a la Organización Mundial de la Salud 14 tipos de medicamentos necesarios en un año para los diversos tipos de parásitos.

Epidemia imparable

 

En tres años, el Ministerio de Salud fracasó en el combate de cinco epidemias: dengue, chikungunya, zika, difteria –erradicada hace 24 años–, y malaria han afectado a millones de venezolanos. Y se espera que en 2017, la malaria ataque a casi un millón más.

Otra estimación de la Sociedad Venezolana de Salud Pública indica que este año pueden alcanzarse entre 888.869 y 951.465 personas con malaria, entre casos autóctonos, importados, recaídas y no diagnosticados.

“Este será el panorama si no se hacen correcciones sobre los errores del pasado, si el Ministerio de Salud no garantiza el tratamiento y no se hace búsqueda activa de los casos”, advierte Oletta.

De acuerdo con los datos del propio ministerio, Bolívar, Amazonas, Sucre, Delta Amacuro, Monagas, Anzoátegui, Zulia, Barinas, Guárico, Portuguesa, Trujillo y Nueva Esparta tienen transmisión activa de la enfermedad. “Y una de las preocupaciones más grandes es el estado Miranda, que este año superó 86 veces la cantidad de infectados que tuvo el año pasado”, completa ex ministro.

La malaria se pronostica imparable.