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Hija del General Vivas: “Me da miedo que lo terminen de matar”

Angélica Vivas advierte que el estado de salud de su padre es muy delicado. Como estudiante de medicina, asegura que padece lesiones que deben ser evaluadas por un profesional, pues algunas podrían requerir intervenciones quirúrgicas. No obstante, afirma que “su espíritu sigue inquebrantable” He mandado a detener al general en situación de retiro que mandó a colocar esta guaya. A Ángel Vivas, que lo busquen y lo traigan”, ordenaba Nicolás Maduro el 22 de febrero de 2014, en cadena nacional, durante la transmisión de la “marcha de mujeres por la paz”. Ese día, el actual mandatario acusó al oficial retirado de estar involucrado en la colocación de guayas, en el marco de las protestas opositoras realizadas para entonces, denominadas “La Salida”.

La Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM) trató de apresarlo al día siguiente, pero el sexagenario se plantó en el techo de su casa con una metralleta y no lo permitió. Desde entonces, su vida, la de sus esposa e hijas cambió para siempre. El asedio lo obligó a internarse en su hogar. Pero esta situación cambió el 7 de abril de 2017 cuando, en condiciones que no han sido aclaradas por ningún organismo oficial, Vivas fue detenido y desaparecido.

Durante 34 días no se supo nada del General. Ante la negativa del Estado de indicar su ubicación, sus hijas, Angélica y Natalia Vivas, acudieron en repetidas ocasiones a la sede en Helicoide del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin), donde presumían se encontraba aprehendido. No hubo confirmación por parte del ente, tampoco les permitieron el acceso. Hasta el miércoles 10 de mayo cuando, sin previo aviso, les informaron que podrían conversar con él.

“Cuando se llevaron a mi papá, sus abogados fueron a buscarlo a las sedes del Sebin en Plaza Venezuela, Helicoide y Boleíta. En las tres negaron que él se encontrara en el sitio”, relata a El Estímulo, Angélica, de 21 años. “Mi hermana y yo no sabíamos cómo afrontar esto. Nosotros somos una familia normal. No sabemos cómo manejar situaciones así. Entonces buscamos ayuda por las redes sociales”, señala la joven, quien ha mantenido una campaña constante a través de su cuenta de twitter (@Gabriela979), primero por la aparición de su progenitor, y ahora por su estado de salud.

“Nos llegaba mucha información, y todas aseguraban ser 100% veraces. Pero había una que era muy repetitiva, de gente que nos decía que a mi papá lo tenían en Helicoide. No teníamos la más remota idea de donde estaba, pero comenzamos a ir a este sitio”, dijo.

 

Tras siete días detención, el defensor del pueblo Tarek William Saab informó, mediante su cuenta de twitter, que Vivas había sido presentado en el Tribunal Militar Primero de Control el 8 de abril, y que se encontraba recluido en el Sebin, sin indicar la sede.

1) En relación al caso del General (r) Angel Vivas, tuvo su audiencia d presentación el pasado sabado 8Abril ante Tribunal 1ero d Control

2) En dicha audiencia de presentación le fueron leídos sus derechos y se le fijo la sede del Sebin como lugar d reclusión temporal

3) Ello mientras el tribunal de la causa prepara la audiencia preliminar para determinar su responsabilidad o no en hechos que se le imputa

4)Por ello el Tribunal Militar 1ero de Control le ha asignado al General (r) Angel Vivas un abogado para garantizar su derecho a la defensa

“Un procedimiento penal no se puede llevar por tuits. No sabíamos que creer, ni qué pensar. Mi papá estaba totalmente incomunicado”, asevera Angélica.

Sin embargo, las jóvenes continuaron con su nueva rutina. “Todos los días de visita íbamos a Helicoide. Mi mamá no puede salir de la casa, porque, a través de mi tía, los funcionarios le mandaron a decir que la iban a llevar presa por obstrucción de la justicia. Por eso, a veces nos acompañaban amigos, para que no estuviésemos solas. Una vez fuimos con carteles e hicimos una protesta pacífica. Ni siquiera gritamos consignas. Pero, debido a nuestra presencia, comenzaron a negarle el acceso a los familiares de otros presos. Era un método sucio para que las personas que venían de visita nos confrontaran, pero no pasó. La gente siempre fue muy solidaria con nosotras”, comenta.

 

Nunca nos confirmaron si mi papá estaba ahí. Intentábamos hablar con ellos y no nos hacían caso. Siempre había una excusa. Una vez estuvimos esperando desde las 10:30 am hasta las 4:00 pm, sin que nos dieran respuesta”.

Finalmente, el día llegó, sin previo aviso. “Natalia (19) y yo siempre llevábamos una maleta con ropa para mi papá, medicinas y alimentos, que dejábamos en el carro. El 10 (de mayo), cuando hacíamos la cola de los familiares, nos preguntaron si estábamos registradas. Era la primera vez que nos hablaban del procedimiento para entrar. Salimos a buscar la maleta y todo lo que teníamos para mi papá. Dejaron pasar a mucha gente primero que a nosotras”.

 

Angélica y su hermana nunca habían estado en un recinto penitenciario. Recuerda un pasillo largo, con muchas puertas. Los funcionarios del Sebin abrieron una. Allí estaba el general Ángel Vivas. “Cuando entramos, antes de verlo, le dije a mi hermana que no llorara, que debíamos vernos fuertes porque ya mi papá había tenido días difíciles. Pero fue imposible. Cuando abrieron la puerta y lo vimos, y pudimos abrazarlo, ella empezó a llorar y yo también”.  

Salud en declive, espíritu inquebrantable

 

“Él no podía abrazarnos fuerte, porque sentía mucho dolor. Incluso a nosotras nos daba miedo lastimarlo. Mi papá padece de una lesión en la cervical, que evidentemente se agravó mucho con los golpes que le dieron. Está prácticamente agachado, no puede alzar la mirada, y usa un bastón para caminar. Él nunca había necesitado apoyo para desplazarse”, describe la joven.

Tras el primer encuentro, su padre las llevó a la celda donde permanece desde el pasado mes, y les relató el trato violento del cual fue víctima el día de su detención.

“Mi papá está en una celda grande con unos 10 presos más. Tiene una camita y una sillita, en un espacio muy muy chiquito. Son como cubículos separados por cortinas, pero los espacios son muy reducidos. Ahí nos contó con detalle que ocurrió ese día”.

 

El 7 de abril, Vivas se encontraba en su hogar cuando su esposa, Estrella Vitora, regresó del supermercado. Mientras ingresaba a la casa, un joven impactó su vehículo contra el portón de la residencia. El general salió a ayudarlo, según testigos del hecho, y fue emboscado por efectivos del Sebin y la Dgcim, quienes después de un confrontamiento físico, lo apresaron.

“Cuando mi papá salió a ver qué ocurría, este muchacho se le lanzó encima y empezó a golpearlo. Luego, desde el final de la calle llegó un carro del Sebin. Él se resistió a subir al auto, y entonces le golpearon la espalda con un fusil. Mi papá es un hombre de 60 años, con una lesión en la columna, que toma analgésicos todo el tiempo. Dice que el dolor era muy fuerte, que incluso escuchó un crujido. Después de esto cayó dentro del carro”, relató Angélica.

 

En el vehículo lo acompañaban cinco funcionarios. “Dentro del carro siguieron golpeándolo, pateándolo. El preguntaba ‘¿por qué me hacen esto?’, y ellos sólo respondían ‘porque tú amenazaste a la FANB (Fuerza Armada Nacional Bolivariana). Le dieron un golpe en la sien izquierda que le quitó la visión parcial del ojo. También lo atacaron con un arma blanca. Con ella le rompieron el lóbulo y le lastimaron el oído. Él dice que sangraba muchísimo”.

La joven presume que las autoridades negaron la visita, hasta esta semana, para ocultar las secuelas visibles de la golpiza. “Nos cuenta que tenía hematomas horribles, que estaba irreconocible. Cuando Tarek William Saab dijo en twitter que lo habían presentado en el tribunal, era cierto. Pero no contó que lo habían llevado amarrado con cadenas, de manos y pies; una técnica que ellos llaman “El Pulpo”. Tampoco dijo que la jueza ordenó llevarlo al Hospital Militar y que ellos hicieron caso omiso”, asegura.

“Mi papá no tuvo atención médica, ni la compañía de su abogado. Cuando lo solicitó, le dijeron: ‘mala suerte, aquí hay uno público y ese es el que vas a usar’. Pero a los medios les decían que él no lo había pedido. Lo que hicieron con mi papá fue cruel, una brutalidad. Lo secuestraron. Yo todavía no entiendo cómo un ser humano puede hacerlo eso a otro”, expresó.

 

Ambas jóvenes son estudiantes de medicina, por lo que aprovecharon la ocasión para evaluar el estado de salud de su padre. “Mientras hablaba con nosotras, perdió el equilibrio y cayó de espaldas. Eso puede estar causado por una lesión en el oído interno, producto de un golpe muy severo. También tiene un aumento de volumen en el costado izquierdo, que puede deberse a una lesión en las costillas o en un órgano, como el bazo. Esto último sería muy delicado, y podría requerir una operación. También lo vimos muy inclinado hacia adelante, y hacia el lado derecho. Sin placas no puedo asegurar nada, pero creo que también le desviaron la columna. No ve bien por un ojo, y no escucha nada por el oído izquierdo. Además, sufre de hipertensión, y no recibía sus medicamentos desde que se lo llevaron. Nosotras le llevamos el tratamiento. No ha recibido atención médica. Se ha curado él solo. También está más delgado”.

Angélica solicita que sea atendido de urgencia por un cuerpo médico. “Ellos dejan pasar el tiempo para ocultar las pruebas de la golpiza, pero hay daños que pueden ser irreversibles. Es necesario que lo vea primero un internista, que le haga una evaluación completa, para determinar qué tratamiento y especialistas requiere. Podría necesitar incluso una cirugía”.

Sólo pudieron compartir con su padre una hora. Este sábado también acudieron al sitio, pero no les permitieron ingresar.

Sin embargo, durante esos 60 minutos el miércoles, el general fue enfático en su mensaje para el país. “Él no estaba muy enterado de lo que estaba pasando. Nosotras le contamos, y aunque no podía alzar la mirada, hizo un esfuerzo para verme y me dijo ‘resistencia’. Ese es su mensaje para Venezuela”.

La joven asegura que, pese a su estado físico, su padre conserva su fortaleza mental. “Él siempre ha sido un hombre fuerte. Se conmovió al vernos, porque siempre ha sido un padre muy dulce y cariñoso, pero su espíritu es inquebrantable. A él no lo van a quebrar, y es importante que la gente sepa eso. Él es un hombre de fe, todas las noches habla con Dios. Se mantiene y mantendrá fuerte”.

Una pesadilla compartida

 

Detrás de los barrotes del Helicoide, la vida de Ángel Vivas transcurre con dolor e incertidumbre. Dentro de su casa, la de su familia se desarrolla de la misma manera. El miedo se ha apoderado de la Quinta Blanquizal, en Prados del Este, donde sus hijas y esposa se turnan las guardias de vigilancia nocturna, por temor a ser allanadas por el Sebin y el Dgcim.

“Después de llevarse a mi papá, regresaron a allanar la casa, sin una orden judicial. No lo permitimos. Gritamos, pedimos ayuda, mi mamá no dejó que entraran. Uno de ellos se acercó a la reja y me dijo ‘Ay, chamita. Ya vas a ver lo que te vamos a hacer cuando entremos’. Me dio mucho miedo. Sentí que podía causarme daño físico. Le exigí que me lo repitiera. Le pregunté si me iba a violar, a disparar. Estaba muy alterada”, recordó Angélica.

 

Desde entonces están alertas ante cualquier situación. “Los primeros días mi mamá no dormía nunca. Luego, comenzamos a turnarnos las guardias. Yo me quedo despierta hasta la 1 o 3 am, luego ella hasta el amanecer. También mi hermana. Si entran y se llevan a mi mamá, no sabemos qué haremos. Nos quedaríamos Natalia y yo solas”.

Sospecha que las vigilan y que la detención de su padre estaba planeada desde varias semanas antes. “Antes podía salir más tranquila. Salía en metro o en el carro. Pero ahora me da miedo. A veces pasa gente trotando, que no es de la zona. O hay gente cerca de la casa, bajo perfil. Tres semanas antes de llevarse a mi papá también comenzó a fallar el internet, y lo perdimos definitivamente el 7 de abril. Antes de eso, desde hace tres años, sólo habíamos podido usar el servicio con un plan inalámbrico que contrató mi papá, con una empresa independiente, porque desde 2014 nos cortaron el ABA de Cantv”, relata.

El temor trasciende las puertas de su hogar, y se extiende hasta Helicoide. “Uno se confía, y piensa que cosas así no le van a pasar. Ellos nos vigilaban y no lo sabíamos. Ahora, lo tienen preso. Me da miedo que lo terminen de matar. Él está muy delicado, y si no lo ve un médico, se puede morir”. No obstante, afirma que se mantendrán firmes en la lucha por su liberación. “Hay una frase que dice que uno no sabe lo fuerte que puede ser, hasta que ser fuerte es la única opción. Nunca la había entendido tan bien. Ahora, debemos manifestar la misma fortaleza que mi papá”.

 

A Ángel Vivas lo acusan de tres delitos: traición a la patria, instigación a la rebelión y sedición. Aún no le permiten ver a su abogado y sólo ha visto a sus hijas una vez, pues le negaron la visita este sábado 13 de mayo.

El defensor del pueblo, Tarek William Saab, declaró recientemente que “ningún privado de libertad debe, ni puede, ni debería estar sujeto a incomunicación”, en relación al caso del diputado Gilber Caro, durante una entrevista realizada por Carlos Croes, en Televen. Sin embargo, su silencio respecto al caso del general retirado, y su trato exclusivo por redes sociales con la familia del afectado, parecen contrariar su precepto.