Salud y Hogar

¿Problemas de sueño? Claves para garantizar el bienestar

El 45% de la población mundial sufre trastornos del sueño, lo que deteriora su salud física y psíquica. Así lo afirmó la Asociación Mundial de Medicina del Sueño (WASM, sus siglas en inglés) con motivo del Día Mundial del Sueño, que tiene lugar el 17 de marzo. El lema este año fue “Dormir profundamente nutre la vida”.

 

Entre los trastornos del sueño se cuentan un centenar, aunque los más comunes son el insomnio, la hipersomnia (necesidad excesiva de dormir durante el día), el síndrome de piernas inquietas (sensación desagradable en las piernas durante el reposo) y la apnea obstructiva del sueño. Esta última, de hecho, es la causa más común de interrupción del sueño, y se calcula que afecta a un 17% de hombres y a un 9% de mujeres a partir de la mediana edad.

 

Dormir mal tiene un claro efecto negativo sobre la salud y el bienestar de quienes tiene problemas. De hecho, si se duermen regularmente menos de cinco horas, se multiplica por cuatro el riesgo de muertes entre las personas hospitalizadas. Es por ello que efemérides como el Día Mundial del Sueño tiene por objetivo la concienciación, informar a la población sobre los factores relacionados con el sueño, y los hábitos para favorecer el buen descanso.

 

La melatonina y el sueño

 

De la influencia de la melatonina al dormir hablan numerosos estudios científicos. Se trata de una hormona que se produce principalmente en la glándula pineal, y participa en muchos procesos. Entre ellos, el ciclo diario del sueño.

 

La melatonina guarda relación con los cambios de ritmo, el sueño y las patologías de orden psiquiátrico. Ayuda a combatir los desórdenes que se experimentan, por ejemplo, en un viaje transoceánico que produce el famoso “jet lag”, quienes trabajan habitualmente en horarios de noche o quienes sufren el síndrome del retraso de la hora de sueño.

 

Su producción se inhibe con la luz y se estimula en condiciones de oscuridad, por eso se la conoce como la hormona de la oscuridad. De hecho, esta secreción puede alcanzar su ciclo máximo en la mitad de la noche.

 

Cuando se produce un desajuste en el sueño, como el desfase horario, el cuerpo puede necesitar una reposición para secretar correctamente melatonina. De hecho, han sido muchos los pacientes que han experimentado mejora en la calidad del sueño al tomar suplementos ricos en esta hormona. Así lo demostró un estudio publicado en la web del Centro Nacional de Biotecnología de los Estados Unidos, centrado en las personas que sufrían privación del sueño.

 

La melatonina se usa como medicamento en los trastornos del ritmo circadiano. Su uso ha sido aprobado en los pacientes mayores de 55 años para tratar problemas de insomnio primario a corto plazo.

 

Enfermedades mentales, entre los grandes enemigo

 

Según el Instituto del Sueño de Madrid, en España, el insomnio es el trastorno más frecuente en la población general. Las personas que lo sufren experimentan una reducción de la capacidad para dormir que, bien tiene lugar al inicio, durante al menos 30 minutos; bien produce despertares nocturnos de más de 30 minutos o provoca un despertar demasiado precoz, por lo que el total de horas es insuficiente.

 

Si el insomnio se produce durante un corto periodo de tiempo, menor a un mes, es un episodio transitorio al que no se suele dar más importancia. Pero si prolonga más allá de los seis meses, o incluso años, se convierte en crónico.

 

Las causas médicas son variadas. Entre ellas, se cuentan, como explica en Instituto del Sueño, se encuentran las enfermedades metabólicas y hormonales, las neurológicas, las reumatológicas, las digestivas, las cardiovasculares o las urológicas, que acarrean la necesidad urgente de micción. También las que llevan aparejado dolor, como la fibromialgia o la cefalea.

 

Son también causa habitual de insomnio las enfermedades psquiátricas. Sí, la depresión puede causar insomnio, como pueden hacerlo la ansiedad o la esquizofrenia.

 

Así pues, siendo común que lo que está detrás del insomnio es una enfermedad, conviene recurrir al especialista y tratarla como es debido para mejorar la calidad del mismo, entre otras cosas.

 

El sobrepeso tampoco ayuda

 

El sobrepeso y la obesidad tienen una relación directa con la falta de sueño. Uno lleva a lo otro y, de hecho, se ha constatado que los niños que padecen obesidad duerme menos que los que tienen un peso normal, según la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO).

 

La apnea del sueño, por otra parte, aparece tres veces más en las personas que sufren obesidad, como sucede con otras enfermedades como la diabetes o la hipertensión arterial.

 

Los especialistas recomiendan la prevención como mejor arma contra esta apnea obstructiva, es decir, bajar de peso, intentar no dormir sobre la espalda, evitar el alcohol, el tabaco y los tranquilizantes, y realizar ejercicio físico moderado al atardecer, como señala el Instituto del Sueño. En los casos severos, se recomendará el uso de CPAP, una mascarilla nasal conectada por un tubo a un compresor de aire, y, en última instancia, la cirugía

 

 

Pero, ¿cuánto hay que dormir?

 

La respuesta a la pregunta cuánto debemos dormir no será la misma para cada persona. Un bebé necesita dormir al menos 17 horas, mientras que un adolescente tiene que hacerlo 9.

 

Los expertos señalan que cada organismo tiene sus propias necesidades. Así, siguiendo con los ejemplos, es habitual que un niño de cuatro años necesite dormir la siesta, y que los preadolescentes necesiten dormir menos tiempo (ocho horas) que los adolescentes (nueve). A partir de esa etapa de la vida, y por lo general, las necesidades de sueño irán disminuyendo, de forma que una persona adulta puede tener suficiente con siete horas.

 

De hecho, si es común entre las personas de tercera edad levantarse pronto es porque necesitan tan solo cinco o seis horas de sueño, según el doctor Gonzalo Pin Arboledas, de la Unidad del Sueño del Hospital Quirónsalud de Valencia, en España. Lo que esté por debajo de ese tiempo, en cualquier etapa de la vida, se suele considerar insuficiente.