Las sanciones británicas contra Moscú, un primer acto mesurado
Las represalias británicas contra Moscú por el atentado químico contra un exespía ruso -expulsión de diplomáticos rusos, pero sin sanciones financieras-, no harán temblar a Moscú y sugieren que Londres se reserva municiones, estimaron este jueves analistas.
La primera ministra Theresa May no se mordió la lengua cuando presentó al Parlamento las medidas en respuesta al intento de asesinato en la ciudad inglesa de Salisbury del excoronel Serguéi Skripal, de 66 años, y su hija Yulia, de 33, ambos en un estado grave.
El Estado ruso, aseguró May, «es culpable». Al no aportar ninguna respuesta a la demanda británica de explicaciones, Moscú «ha tratado el uso de un agente neurotóxico militar en Europa con sarcasmo, desprecio», dijo.
May desveló entonces sus represalias: expulsión de 23 diplomáticos rusos -casi la mitad de los de la embajada- suspensión de los contactos bilaterales de alto nivel y de la representación institucional en el Mundial de fútbol de Rusia-2018, al que no acudirán miembros de la familia real o del gobierno.
Unas sanciones «mucho menos duras de lo que se esperaba», estimó Jonathan Eyal, director adjunto del centro de análisis londinense RUSI.
Theresa May «no anunció la expulsión del embajador. Ni tampoco la ruptura total de las relaciones con Moscú», añadió, en un video publicado en Twitter.