Con una mezcla de rituales entre lo religioso y lo pagano, cada 3 de mayo se celebra el día de la Cruz. Este conocido símbolo cristiano se viste con flores o papeles de colores, para honrar a la naturaleza y saludar a la época de lluvias.

La cruz se prepara con esmero para colocarse en un vistoso altar, adornado con un gran arco de flores,  al caer la noche se celebran los famosos «velorios», rituales dónde los creyentes realizan ofrendas con frutos, velas o dulcería típica, para agradecer los favores recibidos y elevar peticiones diversas: desde una buena cosecha, hasta algún milagro personal.       

Esta manifestación cultural, se originó en el año 324 D.C, cuando santa Elena encontró la cruz dónde murió Jesús. Llegó a Venezuela durante la época de la colonia, de la mano de sacerdotes y conquistadores españoles. Cabe destacar que esta festividad católica ocurre en en el marco del mes de la virgen María.

Cultores y estudiosos refieren que la Cruz (adoptada por la iglesia católica como un símbolo religioso) en algunas tradiciones indigenas hace referencia a la «madera del árbol de la vida», unido a otros significados como las lluvias y la fertilidad. 

Las celebraciones de la «Santa Cruz», comienzan los primeros días de Mayo y se extienden a lo largo de todo el mes. Es una tradición presente en España y diversos países de América Latina: Colombia, México, Chile, entre otras naciones. En Venezuela, «los velorios de la cruz» se celebran en todo el territorio nacional, con especial presencia en los estados cercanos a la costa. 

El culto a la santa cruz se vive al son de los ritmos populares:  galerones,  fulías, malagueñas, romances y tonos. Los instrumentos utilizados son: cuatro, mandolina, guitarra, tambor cuadrado, maracas y acordeón. La importancia de la música en las festividades de la cruz es tal, que los participantes en tono jocoso suelen cambiarle el nombre de «velorio» a «bailorio».