Servicio eléctrico retrocedió entre 40 y 50 años
En la década de los años noventa Venezuela era el país más electrificado de América Latina: 92% del territorio nacional contaba con un suministro de energía confiable y de calidad. Hoy esa situación se revirtió al punto de que el servicio retrocedió a las condiciones de hace 40 o 50 años, afirmaron dirigentes sindicales del sector.
“Con la consigna de ‘Luz en cada rincón del país’, la Compañía Anónima de
Administración y Fomento Eléctrico inició en 1958 la tarea de electrificar a Venezuela, objetivo que se cumplió en la década de los setenta junto con las otras empresas eléctricas del Estado y privadas, que acometieron grandes
Obras”, recordó uno de los trabajadores.
La tecnología de punta fue la constante en esa expansión del sector. Por ejemplo, Venezuela y otras pocas naciones del continente, entre ellas Estados Unidos, instaló una línea troncal de transmisión a 400 kilovoltios, que viene desde la central hidroeléctrica de Guri, además de las de 230 y 115 KV, lo que permitió contar con un sistema eléctrico nacional interconectado.
Guri, en el estado Bolívar, entró en operación en 1978 y fue una de las más grandes del mundo, con una capacidad de generación de 10.000 megavatios. En 1961 había entrado en funcionamiento Macagua I (360 megavatios de capacidad) y en 1997 Macagua II con 2.540 MW.
Antes de 1998 también se construyeron muchas plantas grandes de generación térmica como Tacoa (Vargas), Planta Centro (Carabobo) y Ramón Laguna (Zulia), entre otras.
“La planificación se hacía para cubrir el crecimiento interanual de la demanda durante 20 años porque el sector eléctrico requiere la ejecución de los planes con mucha anticipación, pero lo más importante es que se cumplían rigurosamente los programas y protocolos de mantenimiento de las instalaciones”, destacó otro trabajador.
Insistió en que recuperar la operatividad normal del servicio se lleva de cinco a seis años, si se toman decisiones gerenciales acertadas, se realizan las inversiones requeridas “sin desviarlas en corrupción” y se cumplen los planes de mantenimiento.
La debacle. Actualmente los usuarios del servicio eléctrico en todo el país sufren continuas y prolongadas interrupciones del suministro de energía, pero con más rigor los habitantes del Zulia y los de los Andes. “Con los gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro la calidad del servicio descendió a sus peores niveles por la falta de mantenimiento”, afirmó otra fuente sindical.
Ante este deterioro, la Federación Nacional de Trabajadores Eléctricos emprendió llamados de alerta desde 2005 sin que las autoridades los
escuchasen. En 2007, el gobierno estatizó el sector con la compra de La Electricidad de Caracas y la expropiación de otras empresas privadas como
Energía Eléctrica de Ciudad Bolívar (Elebol), Valencia (Eleval) y Puerto
Cabello (Calife) y Turboven.
Ese mismo año se creó la Corporación Eléctrica Nacional que se encargaría de administrar y prestar el servicio. “Corpoelec nació coja porque su gestión se fundamenta en la política con escandalosos casos de corrupción en lugar de los criterios técnicos”, dijo un sindicalista.
Las sequías, que siempre fueron abordadas sin problemas por las empresas eléctricas, incluso El Niño de 2001-2002, cuando todavía el sistema eléctrico nacional estaba operativo, se convirtieron en la excusa del gobierno para explicar la mala calidad del servicio.
Pero en 2010 y 2014, Corpoelec no pudo responder al fenómeno climático El
Niño porque no había generación termoeléctrica disponible suficiente para cubrir la energía que dejó de aportar Guri por la falta de agua, y se procedió a racionar la electricidad.
Los apagones nacionales, en varios estados y en zonas de las ciudades, también se han hecho recurrentes en los últimos 13 años. “Todas las áreas de actividad eléctrica presentan problemas. En transmisión solo está la línea troncal desde Guri que puede transportar hasta un máximo de 8.000 megavatios, los cuales no cubren la demanda nacional”, explicó una fuente.
Esa diferencia es de unos 5.000 megavatios debido a que el consumo total cayó a 13.000 MW, su nivel histórico más bajo, como consecuencia de la diáspora y la poca actividad industrial, incluido el sector petrolero. “Las plantas térmicas del país no pueden aportar 5.000 megavatios porque están paradas o funcionan a 10%, 20% o 30% de su capacidad instalada”, advirtió otra fuente.
Como ejemplo refirió que las cinco unidades de generación originales de
Planta Centro, con una capacidad de 2.000 megavatios, no están operativas y solo trabaja la unidad adicional construida por los chinos, que produce entre 250 y 300 MW. Sin embargo, ante la falta de rentabilidad de las operaciones, los asiáticos se fueron en noviembre de 2017 y dejaron la instalación a Corpoelec.
Tacoa produce 200 megavatios de una capacidad instalada de 1.800, además de otros 300 provenientes de dos barcazas aledañas. En Zulia, la planta Ramón
Laguna (684 MW de capacidad) está parada, mientras que el Complejo
Termozulia genera 600 megavatios de 2.000 de capacidad.
Esta última central forma parte de las termoeléctricas nuevas, construidas desde 2008, pero también presenta problemas por falta de mantenimiento como los casos de La Raisa e India Urquía, que atienden la Gran Caracas y funcionan a 30% de su capacidad instalada de 510 y 530 megavatios respectivamente.
“Las suspensiones y racionamientos forzados del servicio durante horas se profundizan. Si seguimos por este camino, los venezolanos volveremos a la lámpara de kerosén, que no se consigue, y las velas, cada vez más caras que un recibo de la luz, para alumbrarse”, dijo la fuente.
200 renuncias diarias
La fuga de talentos de Corpoelec empeora la calidad de la prestación del servicio, pues no hay personal suficiente para atender las operaciones cotidianas ni las contingencias (apagones y fallas) que desde 2012 han arreciado, señalaron los sindicalistas.
“Desde noviembre del año pasado se registran 200 renuncias diarias, con lo que el éxodo de personal técnico, profesional y gerencial altamente calificado se ubica en 18.000 trabajadores”, aseguró una de las fuentes.
Añadió que en muchos casos el empleado no presenta la renuncia ni espera por el pago, que es muy bajo, de la liquidación y las prestaciones sociales.
Los trabajadores se van por los bajos salarios, las malas condiciones de seguridad laboral y la falta de incentivo al reconocimiento de la excelencia, así como por la inseguridad marcada por la delincuencia. Otro dirigente laboral señaló que muchos trabajadores llegan a los países ya con empleo en su especialidad, pues son contratados mediante páginas web de captación de recurso humano calificado.
“Se trata de gerentes, profesionales y técnicos superiores con experiencia de entre 10 y 20 años, y que son muy difíciles de reponer”, manifestó un dirigente sindical. Deploró la decisión de Corpoelec de cerrar, hace dos años, la Escuela de Formación y Capacitación Técnica en Electricidad Germán
Cellis, ubicada en Tocuyito, Carabobo, que es la única en su tipo de América
Latina.