Gobierno australiano pide al papa Francisco que cese al obispo que ocultó pederastia
El primer ministro de Australia, Malcolm Turnbull, instó al papa Francisco a destituir al prelado Philip Wilson como arzobispo de Adelaida tras ser condenado en un tribunal de justicia por encubrir abusos sexuales a menores.
“Debería haber dimitido y ha llegado ya la hora de que el papa lo destituya”, declaró Turnbull a la prensa en Sídney antes de mantener una reunión con varios obispos del país.
El arzobispo Wilson, el religioso católico de mayor rango sentenciado en un caso relacionado con abusos sexuales a menores, ha anunciado que recurrirá la sentencia dictada el pasado 3 de julio y que no dejará el cargo mientras el procedimiento legal siga abierto.
“Muchos dirigentes han pedido su dimisión, me parece claro que debe dimitir”, indicó Turnbull antes de reunirse con el arzobispo de Sídney y presidente de la Conferencia Australiana de Obispos Católicos, Anthony Fisher; el arzobispo de Brisbane, Mark Coleridge, y el arzobispo entrante de Melburne, Peter Comensoli.
“Creo que ha llegado el momento de que la máxima autoridad en la iglesia pase a la acción y lo destituya”, opinó el gobernante.
Wilson, de 67 años y expresidente de la Conferencia Australiana de Obispos Católicos, anunció tras la sentencia que se tomaba “seriamente” los llamamientos para dejar el cargo de arzobispo de Adelaida, del que se apartó provisionalmente, pero añadió que había decidido de momento ejercer sus “derechos legales”.
El prelado anunció que se apartaba temporalmente del cargo después de que un juez le hallara culpable, el 22 de mayo, de haber ocultado a la Policía entre 2004 y 2006 los abusos sexuales que cometió el sacerdote James Fletcher en la década de 1970.
Fletcher falleció en prisión en 2006, un año después de ser condenado a cumplir diez daños de cárcel por varios delitos de pederastia.
El papa Francisco nombró a principios de junio al obispo Gregory O’Kelly administrador especial para la archidiócesis de Adelaida.
Una comisión real australiana que investigó durante cinco años la respuesta de las instituciones a los casos de pederastia reveló que la Iglesia católica recibió quejas de 4.500 personas por presuntos abusos a menores cometidos por unos 1.880 hermanos y sacerdotes entre 1980 y 2015, aunque en algunos casos se remontan a la década de 1920.