«El Chacal» dice que volverá a Venezuela a tomar el poder
«No cree que va a terminar su vida en prisión» porque confía en que su suerte va a cambiar, explica en una entrevista a Efe Bonnet, que acaba de publicar un libro sobre sus conversaciones con este hombre de 68 años que se considera un revolucionario profesional.
La periodista insiste en que, en contra de lo que pudieran dar a entender esas esperanzas inverosímiles, «no esta loco». Y para justificarlo recuerda que cuando la expolítica colombiana Ingrid Betancourt fue secuestrada por la guerrilla de las FARC (de 2002 a 2008) se planteó su intercambio por «Carlos».
En el libro «Salutations révolutionnaires» (Saludos revolucionarios), Bonnet explica que «el Chacal» le anunció que en cuanto vuelva a su país «eliminará a más de 1.000 personas en unos días con el apoyo del pueblo», que ya tiene una lista preparada y que las cosas «volverán a ponerse en su sitio».
Ramírez Sánchez también le confesó su implicación en los atentados que organizó cuando en los años 70 y 80 era el símbolo del terrorismo internacional y el rastro que dejó: «83 personas asesinadas con sus propias manos y más de 2.000 con sus tropas».
Una confesión a la que siempre se había resistido ante los tribunales que le han juzgado. Para Bonnet, se la hizo a ella «porque estaba seguro» de que no saldría de las paredes del locutorio de la cárcel de Poissy, en la región de París, en la que está internado.
El venezolano esperaba que le escribiera una hagiografía aunque sabía quién era ella y lo que hacía -llevaba una libreta para anotar sus conversaciones- porque «desde el principio» sentía que la tenía dominada.
Por eso ahora no descarta que «Carlos» intente llevarla a los tribunales por esta crónica de las entrevistas mantenidas, una vez al mes, entre mayo de 2014 y este último verano y para la que se está negociando su edición en español. También ha hecho un documental para televisión que se ha emitido en Francia esta semana.
La periodista afirma que Ramírez Sánchez «no se cuestiona nunca» su historia sangrienta ni quiere entrar en las «zonas de sombra», como el dinero que se quedó del rescate por el secuestro de los ministros de la OPEP en Viena en diciembre de 1975.
En cuanto a quienes sufrieron sus atentados aunque fuera por estar en el lugar y momento equivocados, «sólo tiene desprecio por ellos, dice que son víctimas colaterales», que él participaba en «una guerra» y que únicamente el 10 % eran inocentes.
Esa actitud queda ilustrada en el libro, entre otras cosas con una conversación que un día escuchó entre «Carlos» y un funcionario de prisiones que le preguntaba si haría lo mismo si aquellos a los que mató volvieran a vivir.
«Se me ha pasado la edad. Ahora voy a volver a Venezuela y limpiar el país. Hay que eliminar la escoria», le respondió.
El terrorista venezolano fue capturado en Sudán en agosto de 1994 en una operación de los servicios secretos de Francia, donde se encuentra encarcelado desde entonces.
Allí ha recibido tres penas de cadena perpetua: una por asesinar en París a dos agentes secretos franceses y un confidente, en 1975; otra por cuatro atentados en Francia, en 1982 y 1983, en los que murieron once personas y unas 200 resultaron heridas; y la última por un atentado en una galería comercial de París en 1974 en la que hubo dos muertos y una treintena de heridos.
Bonnet pone el acento en que Ramírez Sánchez «es un gran seductor» que ante todo «quiere que lo admiren». Él mismo afirma que tiene escritas sus memorias, bien guardadas, que sólo se publicarán cuando muera y que le darán todavía más fama, así como mucho dinero a sus hijos.