Arte y Cultura

La vida desconocida de Guillermo “fantástico” González, por Mario Valdez

Ciudad Jardín, es una concurrida barriada en el centro de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, zona exclusivamente residencial y se caracteriza por la estrechez de sus calles, y está ubicada entre los barrios Alcaravaneras y Arenales.  En esa barriada nació hace 68 años, Manolín, un niño que lleva una vida tranquila, va al colegio, juega con sus amigos, va a los paseos, los parques y asiste religiosamente a la misa y a pedirle bendiciones a La Virgen. Ya a los 6 años se perfila como todo un galán, tenía a su novia Bellita, todos los amiguitos se la cortejaban. Bellita era una jovencita muy agraciada, que también vivía en esa urbanización. El joven estudiaba en el colegio La Salle, jugaba fútbol en el equipo pre infantil “C”, de la Unión deportiva Canarias. Entra en la etapa en que empieza a jubilarse del colegio para irse a jugar futbol y a bañarse a la playa Las Alcaravaneras, con sus amigos, entre quienes se encontraba “El ferrugante”, Pepe “el corto”, Antón “El Boticario”, Abilio y Antonio. Por esas escapadas del colegio, sus padres lo reprendieron  y como castigo lo inscribieron internado en el colegio Salesiano “Arucas”. Al poco tiempo de estar en su nuevo colegio, ya tenía su grupo de amigos y entre ellos conoce a un joven de piel morena que también jugaba al fútbol; ambos hacían buenas combinaciones en las canchas para las gambetas, los dribles y los goles e  hicieron una gran amistad. Ese muchacho resultó ser “El Príncipe Farud”, hijo del Rey Farud de Kenia (África). Esta etapa de la vida de Manolín, transcurre en plena dictadura del general Francisco Franco, presidente del gobierno de España.

Las Américas Caracas

Un día sin motivo aparente sus padres deciden venirse a vivir a Venezuela, no conocían a nadie, dejan las buenas comodidades que tenían allá, para buscar horizonte en nuevas tierras. Manolin todavía no había cumplido los 7 años, cuando le toca levantar la carpa y dejar Las palmas de Gran Canarias. Se van a Tenerife a un pueblo llamado “Orotava”,donde su abuelo materno  tenía una finca llamada “Finca El Gato”; aquí el joven se compenetra con el campo, la ganadería, monta caballos, aprende a tomar la leche caliente directa de la ubre de la vaca;   hoy es una de las urbanizaciones más lujosas y agradables “La Laguna”, muy cerca se encuentra el aeropuerto Norte de Los Rodeos (Tenerife), para esa época el aeropuerto era una pequeña pista de aterrizaje, que casi siempre estaba tapada por la neblina; la explicación es que el arquitecto que estaba a cargo del diseño marco con una X el sitio donde no se debía construir, murió repentinamente y quien posteriormente lo sustituyó creyó erróneamente que ese era el lugar que su difunto colega había elegido.

El 24 de diciembre de 1953, Manolin sale en compañía de su señora madre Carmela Regalado de González, desde el  puerto de Santa Cruz de Tenerife, en un Trasatlántico llamado “Franca C”, y en la medida que el barco va adentrándose en la mar, siente como la isla se va poniendo pequeña y se va perdiendo en el firmamento. En la travesía hace amistad con dos jóvenes  hijos de un dentista polaco de apellido Burger, uno de ellos Bruno Burger, hoy un famoso Médico y comentarista deportivo, conocedor de “la Fórmula 1” en Venezuela y América Latina (50 años después lo contrató para la televisión). Viajaban en los camarotes de segunda clase, con sus amigos correteaban por todo el barco; un día estaban jugando, había pocos turistas en ese momento por el área de la piscina y se cayó en la parte honda, empezó a hundirse y se fue al foso, no podía reflotar, afortunadamente el hermano mayor de Bruno se lanzó al agua y lo rescato. Un buen susto se llevo Manolin.

El 31 de diciembre celebran la fiesta de fin de año en el barco; al joven, lo vistieron de “Marinerito”, y quedó deslumbrado con toda la elegancia de la gente, bailaron al son de una Orquesta, cenaron e interpretaron las 12 uvas del tiempo. El 5 de enero de 1954, en la madrugada,  el barco atraca en el puerto de La Guaira; Manolin al despertarse el 6 de enero, se asomó por el camarote, nunca se imaginó lo que vieron sus ojos, era el puerto de La Guaira de los años cincuenta. Desde la cubierta del barco le dice a la mamá: “Mira, llegamos a un pueblo grande y hoy llegan los Reyes Magos”.

Contaba su madre que cuando se bajaron del barco, quedaron maravillados viendo la mar, el puerto, esa gran montaña que tenían al frente; su hijo está muy contento y atento por donde caminaba y viendo para abajo. Ella nota que él se agacha y recoge algo del suelo y se lo metió al bolsillo; en la primera oportunidad le pide registro al hijo, éste le enseña la moneda, era un fuerte de plata conocido como “cachete”, tenía un valor de 5 Bolívares. Era evidente: a Manolin, desde chiquito, le gustaron los centavos. Acababan de inaugurar el teleférico que comunica a La Guaira, el hotel Humboldt y Caracas; también la autopista Caracas – La Guaira. Gobernaba a Venezuela el dictador general Marcos Pérez Jiménez.

Para un niño recién llegado de Canarias, donde las carreteras de asfalto eran escasas y muy estrechas, esa imponente autopista lo deslumbró. El taxi subió y enrumbo para Caracas, se fue directo al hotel Comercio en Quinta Crespo. Era el hotel donde llegaban las estrellas que venían a cantar y a trabajar en Radio Caracas Televisión (RCTV), Jorge Negretti, María Félix, Lola Flores, El Chabal de España, Pedrito Rico, Pedro Infante. El joven  en las correrías por los alrededores del hotel, se da cuenta que ya casi nadie lo llamaba Manolin, sino Guillermo; un día por curiosidad le pregunta a su Mama el porqué ya no me llaman Manolin, y ella le contesta “es que tú te llamas Guillermo José Manuel”. Desde ese momento dejó de ser Manolin y se convirtió en Guillermo.

Vuelta a Gran Canarias

En junio del 2014, Guillermito regresa nuevamente a  su isla por invitación del presidente del gobierno de Gran Canarias, Román Rodríguez (RR), quien lo invita a hospedarse en su casa, pero prefiere hacerlo en el hotel que fue construido en el sitio donde él acostumbraba ir a comer dátiles con sus amigos. Desayunando en la terraza del hotel le embargan los recuerdos, las añoranzas y decide caminar por el barrio de donde había salido hacía más de 58 años; se fue directo a la calle Brasil número 4, donde nació; de allí pasó viendo su antiguo colegio “La Salle”; luego fue a la playa Las Alcaravaneras, y se metió en un chiringuito de esos que hay en las playas para refrescar el calor;  recordó que los frecuentaba, le llamó la atención un letrero que decía “en alquiler”, y le pregunta al dueño, cuánto tiempo tiene este negocio; el hombre le contesta, tendrá como 35 años y Guillermo le dice que “esto tiene más de 60 años”; un señor que se encuentra con una niñita catirita le pregunta, dándole la razón, “¿y usted cómo lo sabe si no es de por aquí?, porque yo vivía por aquí y se, como se llama, Guillermo. Yo soy Abilio Fernández”… Guillermo le dice que lo conoce de toda la vida, “yo soy Manolín”, Abilio sorprendido exclama: “¡Coño, Manolin, me cago en diez; esta niñita es mi nieta, mi hijo se casó en Londres!”.  Entonces le pregunta por los amigos de entonces, le contesta que todos se han ido. “pero vamos hasta el mercado que queda cerca de tu casa; a esta hora se reúnen ahí”, invita Abilio. Al llegar, Manolín se da cuenta que a todos les ha pegado el sol y el tiempo. “Muchachos, tal vez no recuerdan a este amigo, mírenlo bien, es nuestro amigo de toda la vida”. Manifiesta Abilio. Todos lo miraban escudriñando de arriba abajo, “no lo reconozco, no recuerdo a ningún Guillermo González”, niega Ferruge. Entonces, alzando la voz y dirigiéndose al recién llegado, Abilio le dice: “Aquí todos te recordamos porque un día sin despedirte te llevaron para América, te hemos buscado, hemos preguntado por ti, pero nadie nos daba noticias. Decíamos que a Manolín se lo tragó la tierra”. Todos gritaron de alegría, “Manolin por la puta madre que parió a Maneque”;  todos los presentes entrados en años y canas festejaron ese grato encuentro y brindaron. Manolin pregunto por Bellita, “¿se acuerdan de ella?, que hermosa era”. Farruge, señala a la señora de cabellos blancos “que esta allá de espaldas rodeada de tres nietos”; al verla, Manolín le comunica a sus amigos que mejor se quedan, “no le digan nada, quiero seguir recordándola como era mi primera novia, porque por ella le agarre odio a los pulpos. No vaya a ser que se vuelva a enamorar”.

Manolin es hoy, Guillermito “Fantástico” González, hombre de la Televisión y Caballero Barón de la Casa Real de Trastámara, Gran Canarias.